Compositor español (Madrid, 1943-2008), formado inicialmente con su padre y de manera académica en el Conservatorio de Madrid, en el que cursó trompeta, piano, dirección de orquesta y composición. En esta última disciplina obtuvo el Premio Fin de Carrera. Su trabajo está jalonado por numerosos premios nacionales e internacionales (Oscar Esplá, “Arpa de oro”…) y ha representado a España en varios congresos de sociedades de música extranjeras. Su obra es muy extensa y comprende, prácticamente, todos los géneros.
Una sola obra aparece en el catálogo de
este músico dedicada a la figura de Cervantes. Se trata del Concierto cervantino, para guitarra
amplificada y orquesta, escrito en 1991–92 para el guitarrista Gabriel
Estarellas y estrenado por este mismo solista el 29 de septiembre de 1993.
acompañado por la
Orquesta Filarmónica de Minsk, bajo la dirección de Leo
Krämer, en el Teatro Monumental de Madrid.
La obra dura unos 40 minutos y requiere una amplia plantilla
instrumental: flautín, dos flautas, dos oboes, dos clarinetes, clarinete bajo,
dos fagotes, cuatro trompas, dos trompetas, tres trombones, timbales, dos
percusionistas (xilófono, címbalos, castañuelas, bombo, platos suspendidos,
vibráfono, triángulo, yunque, chimes y tam–tam) y cuerda. Fue dedicada “a la
memoria de Miguel de Cervantes” y dura unos 30 minutos.
Álvaro Guibert escribió sus impresiones
con motivo del estreno[1]:
“Fernández-Álvez
lleva tiempo buscando una música de impacto emocional directo sobre el oyente.
En esa línea, sus obras para guitarra explotan los recursos más tradicionales
del instrumento y basan su invención musical en criterios de tan rancio
abolengo como la sucesión de motivos que se repiten o la simetría binaria de
las ideas. Nada que objetar, naturalmente, pero es obvio que el riesgo de
impersonalidad crece cuanto más manidos son los procedimientos compositivos que
se emplean. El Cervantino no es inmune
a estos peligros pero representa un claro avance respecto al Doble concierto para flauta y guitarra,
por ejemplo. La nueva obra tiene una sección muy bien escrita, en la que el
diálogo solista-orquesta funciona con fluidez. Las partes externas, violentas y
stravinskianas, se oyen más desequilibradas, en parte por la brusquedad con que
se produjo la Orquesta
de Misnk. Gabriel Estarellas estuvo magistral y añadió un nuevo éxito a su
impresionante colección de estrenos”.