martes, 30 de octubre de 2018

Manuel Angulo. Iluminaciones de Don Quijote.


Iluminaciones de Don Quijote es un concierto para guitarra y orquesta, compuesto para responder al encargo de la Camerata de La Mancha y el guitarrista José María Gallardo del Rey, destinatarios de la obra, y sus primero intérpretes, junto a Enrique García Asensio, que se hizo cargo de la dirección orquestal. El estreno se ofreció el 22 de abril de 2005, en el Teatro Circo de Albacete.

El propio compositor tuvo la amabilidad de enviarnos sus impresiones, a modo de autocrítica, sobre la obra. De ellas entresacamos algunos párrafos:

La decisión de la guitarra como solista está motivada por la amplia significación de instrumento  en el entorno musical de la época en que aparece la novela cervantina, hace cuatro siglos. El contenido sonoro de esta composición está exento de condicionamientos descriptivos pero, sin embargo, ofrece un contrastado juego de impulsos musicales entretejidos con rigor y cuya expresividad ha sido estimulada por el perfil del imaginario y universal personaje de Don Quijote, a quien su soledad y la fuerza de sus sueños le abrió a matices de muy diversos talantes: exaltado, impetuoso, vehemente, furioso y agresivo; pero también tierno, dulce, enamorado, soñador, optimista, irónico, jocoso y grotesco; e incluso sufrido, heroico, amargo, fantástico e irracional. A esas situaciones, los impulsos musicales sugieren adscribir un paralelismo expresivo que en la audición le cabe establecer libremente al oyente.
El procedimiento compositivo de la obra es libre en la forma y en el lenguaje sonoro empleado. Su estructura, en lugar de seguir la tradicional disposición concertante en varios movimientos, en este caso transcurre sin interrupción como si se tratara de una fantasía o improvisación espontánea pero adecuadamente articulada en la ordenación y yuxtaposición de las diversas imágenes sonoras. El lenguaje empleado es abierto a los más diversos procedimiento estéticos según las necesidades expresivas propias a cada momento, en un diálogo libre pero coherente de la guitarra solista y la orquesta (en este caso conformada por una sobria plantilla.

Inicialmente iba a titularse Duelos y quebrantos, para guitarra y orquesta”.


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