Antonio Reparaz (Cádiz, 1831 – Reus, 1886) fue hijo de un músico mayor de regimiento, y nació en el mar, a bordo de un barco en aguas gaditanas. Se formó en Italia y fue un respetado director de orquesta que llegó a trabajar en Europa y en América. En Madrid estrenó diversas obras de otros autores en el Teatro del Circo y escribió óperas y zarzuelas. Entre las primeras figuran Don Gonzalo de Córdoba y Don Pedro el Cruel, y entre las zarzuelas La mina de oro, Un quinto y un sustituto, La niña de nieve y Paolo y Virginia.
Zarzuela en tres actos y en verso. Texto de Adolfo García
(seudónimo utilizado por Gustavo Adolfo Bécquer y Luis García Luna). Música de
Antonio Reparaz. Estreno: 21 de noviembre de 1871, en el Teatro de la Zarzuela,
de Madrid.
Sinopsis. En Sierra Morena, mientras buscan a Don Quijote, el Cura, el
Barbero y Sancho descubren a Cardenio quien, después de contar su triste
historia de amor descubre a su enamorada Dorotea. Al aparecer Don Quijote, sus
amigos consiguen convencerle de que rescate a la princesa[1] Micomicona. De camino a
casa recalan en la venta que Don Quijote cree castillo. A ella llega Don
Fernando con Lucinda desmayada. Al recuperarse, insiste en que nunca será su
esposa. Cardenio reconoce a Fernando y sale en defensa de la dama; Dorotea
reconoce a Fernando como su esposo y Lucinda confiesa que Cardenio es su amado.
A la puerta de la venta, Cardenio y Fernando pelean y el primero
es vencido. Lucinda está dispuesta a morir si muere Cardenio. Ante la
situación, Fernando recupera el buen sentido y decide marchar con Dorotea, de
manera que las dos parejas se reúnen,
Don Quijote es llevado a su aldea en una jaula, él cree que va encantado
Personajes e intérpretes
del estreno[2]: Lucinda[3], enamorada de Cardenio (Sra. Cortés). Dorotea, hermosa joven engañada por
Fernando (Sra. Velasco). Maritornes[4] (Sra. Zúñiga).
Don Quijote (Sr. Loitia). Sancho Panza (Sr. Miró). Cardenio, amigo
de Fernando y enamorado de Lucinda (Sr. Dalmau). Don Fernando, amigo de
Cardenio, engañador de Dorotea (Sr. Wanden). El Cura (Sr. Crespo). El Barbero
(Sr. Lasfuentes). Ambrosio (Sr Edo). El Ventero.(Sr. Fernández).
Decorados: Antonio Bravo
Números musicales. Acto
I. Preludio. 1 – Coro de pastores y Ambrosio (“Ya
del monte la cumbre se dora”). 2 - Monólogo de Sancho (“Callaré lo del
molino”). 3 – Escena. Amplio parlamento en el que Cardenio recita y canta, con
intervenciones habladas de otros
personajes. La orquesta acompaña y subraya situaciones. Cardenio (“¿Ves esa Luna que se eleva
tímida?”); Dorotea (“¿Dónde vas, tórtola triste?”; “Como el relámpago”). 4 –
Dúo de Cardenio y Dorotea (“Dorotea, Dorotea”). 5 – Don Quijote y Sancho (“De
una guerrera trompa”). 6 – Final I acto (“Ved esa dama que se adelanta”). Acto II. 7 – Coro y Ventero (“De un
manchego el cariño”). 8 – Escena, Don Quijote, Sancho, Barbero, Cuadrilleros
(“En nombre del rey”). 9 – Terceto de Cardenio, Fernando y Lucinda (“¡Qué miro,
justo cielo!”). 10 – Concertante. Dorotea, Fernando, Cardenio, Lucinda, Sancho
y coro (“Pues quieren los cielos”). Acto III. 11 – Sancho y caballeros (“Ni
una paja se mueve”). 12 – Coro de caballeros (“¡Chist!... Callad, callad, se
alejan”). 13 – Dúo de Dorotea y Fernando (“¡Es ella! Y bien señora”). 14 –
Terceto de Dorotea, Fernando y Cardenio (“Grande hazaña por mi vida”). 15 –
Cuarteto de Lucinda, Cardenio, Dorotea y Fernando (“Todo lo he oído”)[5]. 16 – Escena final.
Sancho y coro (“Miserere, miserere de este noble paladín”).
Argumento: Acto I. Zona escabrosa de sierra Morena. Amanece y los pastores se
desperezan [Coro de pastores y Ambrosio]. El Cura, el Barbero y Sancho buscan a Don
Quijote. El Barbero pregunta a Sancho si se le puede encomendar un negocio de
importancia; éste responde presumiendo de haber tomado parte en muchas
aventuras, “olvidando” la de los molinos, la de los yangüeses, la de su manteo
y alguna otra [Monólogo de Sancho].
El asunto es ir a salvar a la princesa Micomicona, presa de un malvado gigante.
Ambrosio informa al Cura y al Barbero que hay otro loco en la zona, un loco de amores que resulta ser Cardenio y
que, en ese preciso momento baja al escenario, en el que se lamenta de sus
tristezas y desengaños [Escena]. Los
recién llegados, escondidos, escuchan con atención y sorpresa y son testigos
del desmayo de Cardenio, agotado por el
sufrimiento. El Cura y el Barbero le socorren y cuando se recupera, completa la narración
de su desgracia. Ambrosio descubre la presencia de una mujer que se acerca por
el camino y que resulta ser Dorotea, quien, sin reconocer a Cardenio cuenta su
historia. Cardenio, tomándola de la mano, se descubre [Dúo de Cardenio y Dorotea] y el Cura, emocionado, les ofrece su
casa y su ayuda, pero antes han de encontrar a Don Quijote.
Regresa Sancho con Don Quijote y éste quiere saber la respuesta de
Dulcinea a la carta que le mandó llevar; Don Quijote imagina a Dulcinea en su
castillo, y Sancho dice haberla visto en un corral. La consecuencia es obvia:
Dulcinea está encantada. El sonido de
una caracola interrumpe la conversación [Don
Quijote y Sancho]. Disfrazado convenientemente, aparece el Barbero,
encabezando una brillante caravana que forman Dorotea, Cardenio y el Cura:
buscan a Don Quijote para encomendarle el rescate de la princesa Micomicona [Final I acto]. El Caballero accede y
sus amigos se alegran porque, con este engaño, podrán hacer regresar a Don
Quijote a la aldea.
Acto II. Patio de una venta en La
Mancha en el que estudiantes, arrieros y
mozas bailan al son de un guitarrillo [Coro
y Ventero]. Llega la comitiva de Don Quijote pidiendo alojamiento, pero el
Ventero no quiere albergar a Don Quijote, al que conoce por su desgraciada
estancia anterior. Los ducados del Barbero harán entrar en razón al Ventero.
Por otra parte, Sancho tampoco quiere entrar en la venta que tan malos
recuerdos le trae y que Don Quijote cree castillo. Don Quijote saluda
ceremoniosamente a todos, pero como le toman por loco y se burlan de él, saca
su espada dispuesto a la pelea. Aparecen
unos cuadrilleros y le conminan a darse preso [Escena]. El Barbero consigue convencer a los cuadrilleros de la
locura de Don Quijote y estos, envainando las espadas, le dejan en paz. También
consigue el Barbero llevarse al Caballero a descansar.
Don Fernando, disfrazado, entra apresuradamente, llevando en los
brazos a Lucinda, en hábito de monja y desmayada. Al volver en sí, la dama
consigue averiguar la identidad de Fernando, pese a su máscara, y ambos
mantienen un diálogo en el que ella
declara que nunca accederá a sus deseos, aunque
él insiste en hacerla su esposa. La tensión del diálogo se eleva y
Lucinda pide ayuda. A su llamada acude Cardenio que se sorprende al reconocer a
Fernando [Terceto de Dorotea, Fernando y
Cardenio].
Fernando amenaza a Cardenio y sus enmascarados compinches intentan
llevarse a Lucinda. Las voces hacen salir a los habitantes de la venta; los
cuadrilleros dan el alto a Fernando que trata de engañarles diciéndoles que
viene en busca de su esposa que le habían robado. Dorotea le reconoce y le
acusa de ser él el raptor. La situación
se aclara cuando Lucinda confiesa que Cardenio es su amado y que Dorotea es la
esposa de Fernando [Concertante].
Acto III. En el campo. Sancho se acerca a la venta con sigilo y miedo, pero
es sorprendido por un grupo de caballeros que le preguntan si hay mucha, o poca
gente en la venta [Sancho y caballeros].
El escudero trata de eludir el interrogatorio de los caballeros que buscan a
una dama. Los caballeros se retiran y aparecen el Cura y el Barbero, pidiendo a
Sancho que vaya en busca de Don Quijote. Con él aparece, y es convencido para
que deje su ronda y entre en la venta. Cuando todos vuelven al interior
reaparecen los caballeros de Fernando [Coro
de caballeros] dispuestos a conseguir su propósito.
De la venta sale un embozado que acude a la cita acordada para
batirse don Fernando. Dorotea, que es la disfrazada, se descubre y le ofrece su
vida (aunque le quiere) si con ello el hombre será feliz [Dúo de Dorotea y Fernando]. Las razones de Dorotea no convencen a
Fernando. Aparece ahora Cardenio dispuesto a la pelea para lavar su afrenta [Terceto]. Cardenio resulta vencido y
Lucinda, que ha sido testigo de todo, confiesa estar dispuesta a morir si muere
Cardenio [Cuarteto]. Ante la situación
planteada, Fernando recupera la sensatez y su orgullo de caballero, de manera
que él marchará con Dorotea y Cardenio
podrá hacer lo propio con Lucinda.
La obra concluye con la salida de un fantasmal cortejo que conduce
a Don Quijote enjaulado a su aldea [Escena
final]. Él piensa que se lo llevan encantado.
Comentario. Esta zarzuela se inspira en los sucesos narrados en la primera
parte del Quijote relacionados con
las parejas Dorotea-Cardenio y Luscinda-Fernando, incluidos el encargo a Don
Quijote de rescatar a la princesa Micomicona y el enjaulamiento del caballero
para ser devuelto a su aldea.
La venta encantada, primera de las obras cervantinas de Reparaz, tiene una historia un tanto rocambolesca. Veamos la información
disponible. Emilio Casares en los “Escritos” de Barbieri[6] que acompañan a su
biografía, reproduce la declaración del compositor:
La
venta encantada
impresa en 1859 no se ha representado aún [la información corresponde al propio
año de 1859], y tiene una historia particular. Ventura de la Vega empezó a
escribirme una zarzuela sobre el Quijote,
de la cual tenía yo [quien habla es Barbieri] puestas en música dos piezas,
cuando parece que fue a verle Adolfo García y le rogó que no continuase, porque
él tenía ya concluida esta obra sobre el mismo asunto. Ventura de la Vega le
dio palabra de hacerlo así, y luego el García imprimió el adjunto libreto (al
saber que Vega pensaba continuar el suyo), poniéndole una dedicatoria
sarcástica a Vega, la cual ha herido mucho a éste, pero le ha impedido hasta el
presente continuar su libreto, con lo cual el que pierde soy yo.
Esa dedicatoria, incluida en el libreto, es la siguiente:
Al Excmo. Señor Don Ventura de la Vega.
Muy señor mío: Hace más de dos años me
dio V. palabra de no escribir una zarzuela que tenía en proyecto, y cuyo asunto
pensaba tomar del inmortal libro de Cervantes, en la parte que refiere la
aventura de Cardenio. V. supo entonces que yo había presentado en el teatro de
la Zarzuela una con el mismo argumento, y a la que titulé La venta encantada. Es decir, que usted sin conocerme me dispensó
un favor de grande importancia.
Agradecido a tan caballeroso proceder, y
deseando dar a usted públicamente una prueba de mi reconocimiento, me tomo la
libertad de dedicarle esta modestísima obra, que si hoy sale a la luz pública y
mañana acaso se presenta en la escena, lo debe a un acto de su generosidad, y
al respeto con que miran su palabra empeñada los hombres pundonorosos y
caballeros[7].
Tengo el honor de repetirme a sus órdenes atento y agradecido servidor,
q.b.s.m. Adolfo García.
En la dedicatoria a Ventura de la Vega se
hace constar que este ilustre dramaturgo tenía el propósito, no realizado, de
escribir una zarzuela con el título de Cardenio[9].
Sin duda Vega se limitó a pedir, dos años después, a Barbieri que realizara su Don Quijote en Sierra Morena con la
música de escena de que en otro lugar se habla. La obra de García y Reparaz se
imprimió –sólo el libreto– en 1859. La de Vega y Barbieri en 1861
A nuestro juicio, lo ocurrido fue sólo lo
siguiente. Tal vez al saber que le había sido presentado a la empresa del
teatro de la Zarzuela una obra de tema cervantino, sobre el episodio de Cardenio,
Ventura de la Vega había sentido la tentación de convertir en zarzuela su viejo
y olvidado drama [se refiere a Don Quijote de la Mancha en Sierra Morena],
Al hacerse esto público por las tertulias teatrales, Bécquer y García Luna
vieron en peligro el estreno de su obra, y recurrieron a algún amigo común, al
cual el autor de El hombre de mundo [Ventura de la Vega], comunicaría
su desistimiento del propósito. Pero pasaban los días, los meses y aún los
años. Vega seguía encariñado con la idea, y la empresa veía más posibilidades
de ganancia en el estreno de la obra de un autor consagrado que en la de los
dos desconocidos. Se entabla, pues, esa lucha terrible, que entonces, como hoy,
se mantiene en torno a los tablados escénicos: la lucha por estrenar, ese
combate en que se apela a todas las armas y que a tantos escritores auténticos
ha apartado del teatro. Después de la intervención de sus amigos con sueltos y
gacetillas, Bécquer y García Luna decidieron imprimir La venta encantada, aún sin estrenar, y dedicársela a Ventura de la
Vega. Esta dedicatoria, lejos de ser una manifestación sincera de gratitud de
los noveles autores era solamente un procedimiento para dar la mayor publicidad
posible a la promesa de Ventura de la Vega, para que éste no pudiera
incumplirla y tuviera que desistir de estrenar su zarzuela cervantina, abriendo
paso a la de Bécquer y García Luna. Pero estos, con su ardid, nada
consiguieron, a no ser retrasar el estreno de la obra de Ventura de la Vega,
que no se efectuó hasta 1861, pero que se verificó, al fin.
Aún disponemos de otras opiniones. La de Begoña Lolo [Recreaciones: 446]:
Ventura de la Vega guardó el compromiso
de no escribir la zarzuela al menos durante un tiempo, pero no es menos cierto
que la celebración del fallecimiento de Cervantes instaurada por la Real
Academia Española en 1861, hicieron que lo rompiese.
Es probable que,
estando ya acabado o muy adelantado el libreto de La venta encantada, supiesen
los autores por el Teatro de la Zarzuela o por el editor Gullón que Ventura de
la Vega, autor del drama en prosa Don
Quijote de la Mancha en Sierra Morena (1832), planeaba escribir una
zarzuela sobre el mismo tema. Dada la influencia de que disponía Ventura de la
Vega en el medio teatral, Bécquer y García Luna tuvieron que tomar contacto con
él; la representación, igual que la publicación, quedaron aplazadas. Según toda
probabilidad, Ventura de la Vega puso su proyecto en ejecución mientras las puertas
de los teatros quedaban cerradas para La
venta encantada; se lee, en efecto, en un comunicado de las Novedades de mayo de 1858:
Varios periódicos anuncian que el Excmo.
Sr. D. Ventura de la Vega escribe una
zarzuela titulada Don Quijote, la
cual pondrá en música el Sr. Barbieri para la temporada venidera. Esta noticia
nos ha recordado que dos años ha fue presentado a la empresa del teatro lírico
español un libreto, también basado en la novela del inmortal Cervantes y
nominado La venta encantada. El autor
o autores de esta obra no eran oficialmente excelentísimos en ninguna
acepción de la palabra. De aquella
zarzuela no ha vuelto a saberse nada después que los periódicos anunciaron su
presentación; y como un recuerdo trae otro, el Don Quijote del Sr. Vega nos hace preguntar: ¿Qué habrá sido de La venta encantada? Entiéndase que esta
pregunta se la hacemos al Excelentísimo Sr. Don Ventura de la Vega[12].
Haciéndose eco de esta protesta, que sólo podría dimanar de un
amigo de los autores, Rodríguez Correa escribió el 12 de mayo de 1858 en La Crónica:
Nosotros, que tenemos el gusto de conocer
particularmente a los autores de la obra antigua (Bécquer y García Luna), no de
la moderna (Ventura de la Vega), hemos oído de sus labios una historia sobre La venta encantada verdaderamente
encantadora. En ella hay duendes, varitas mágicas, promesas, desapariciones,
encuentros, muerte y resurrección.
Pero como estas narraciones se nos han confiado en el seno de la amistad y no
estamos autorizados para publicarlas, nos abstenemos de hacerlo, aconsejando,
por otra parte, a nuestros jóvenes amigos, a que lo hagan[14].
En el verano de 1859, Bécquer y García
Luna se resolvieron a someter el libreto a Antonio Ferrer del Río, censor de
teatros, quien dio su aprobación el 10 de octubre. No habiéndose presentado
ninguna posibilidad de representación, los autores entregaron el manuscrito a
Alonso Gullón, quien lo publicó en su colección “El Teatro, colección de obras
dramáticas y líricas” antes del final de 1859.
La relación entre esta obra y una hipotética sobre el mismo tema
de Ventura de la Vega no queda clara. No extraña que en el Madrid de aquella
época se supiera que Ventura de la Vega estaba escribiendo una zarzuela sobre
el Quijote, de otro modo Adolfo
García no habría visitado al dramaturgo de origen argentino[15] con la intención ya
conocida. ¿Cuál de las dos personas que
se amparaban bajo el nombre de Adolfo García visitó a Ventura de la Vega?
¿Fueron ambos? No lo sabemos, puede que los libretistas no se vieran personalmente,
Tamayo, citado más arriba, habla de un “amigo común”. En cualquier caso, los
argumentos que “García” esgrimió ante el dramaturgo debieron ser lo bastante
convincentes como para que Ventura aparcara su proyecto. ¿Cuáles fueron las
causas? ¿Es posible que Ventura, 52 años en aquel momento, tuviera un “detalle”
con un (¿unos?) joven que empezaba? (Bécquer tenía en esa misma época 23 años y
García Luna 25) ¿Realmente Ventura había empezado su trabajo? Barbieri dice que
“empezó a escribirme” y que él tenía ya
dos piezas puestas en música, pero Espinós escribe que Vega “tenía el
propósito, no realizado”. Sea como fuere, Ventura accedió a dejar su idea en
suspenso, quizá para otra ocasión. La
obra de Adolfo García se imprime en 1859 al saber éste que Vega pensaba
continuar su proyecto, dice Barbieri. ¿Faltó aquél a su palabra o el compromiso
adquirido fue sólo temporal? ¿Fue presionado por alguien o por algo? ¿Tuvo que
ver la empresa, regentada por el conocido cantante Francisco Salas, al
considerar los posibles rendimientos económicos de la obra de Ventura de la
Vega frente a la de Bécquer / García Luna?
Para complicar el asunto, debemos recordar que Ventura de la Vega,
efectivamente, había escrito, en 1831, estrenándolo al año siguiente, un drama
hablado titulado Don Quijote en Sierra
Morena, de temática similar a la de Adolfo García. ¿Desconocían Bécquer y
García Luna la existencia de esta obra que tuvo mucho reconocimiento?
Seguramente, pues había sido estrenada en 1832, cuatro años antes de que naciera
Bécquer y cinco antes de la llegada del poeta sevillano a Madrid, en 1854.
La teoría de Begoña Lolo respecto al aprovechamiento de la
efemérides cervantina de 1861 pudiera ser válida, pero hay que considerar que
la información dada en La Iberia es
de 1858, es decir, tres años antes y hace referencia a la presentación de la
obra a la Zarzuela en 1856.
Aún podríamos preguntarnos por qué tardó tanto en darse a conocer La venta (en 1871), incluso, claramente, ¿por qué se estrenó?, si Bécquer había
muerto en 1870 y García Luna en 1867.
Para Víctor Espinós, la obra que nos ocupa es la zarzuela en un
acto, de don Adolfo García, a la que puso música el maestro Antonio Reparaz.
Pérez Capo y Sedó, hablan de zarzuela en tres actos. En el Catálogo
de la BNE encontramos algún detalle más. Éste es el asiento completo:
“Zarzuela en tres actos y en verso. Letra de Don Adolfo García [seud.]. Basada
en el inmortal libro de Cervantes Don
Quijote de la Mancha, en la parte que refiere la aventura de Cardenio.
Agradecimiento y dedicatoria del autor a D. Ventura de la Vega por no haber escrito una zarzuela
que tenía en proyecto, con el mismo argumento”.
En primer lugar podemos advertir que no hay coincidencia en la
extensión de la obra; Espinós la reduce a un acto y para el resto de fuentes se
desarrolla en tres, que es lo correcto. Begoña Lolo[16] aclara el problema de la
extensión: se trata de dos obras musicales distintas que emplearon el mismo
libreto: la de Antonio Reparaz, zarzuela en tres actos, y la del mexicano
Miguel Planas, ópera en un acto.
Todos estos datos y opiniones enmarañan el conocimiento de la
peripecia de La venta encantada, que
tratamos de resumir a continuación, de
manera cronológica.
1856-57 – Se escribe La
venta. Quizá, incluso antes (“Hace más de dos años”, dice la dedicatoria en
1859, “dos años ha”, se publica en Novedades).
Teniendo en cuenta estas fechas, y con la información disponible, quizá fuera
esta la primera aproximación de Bécquer a la zarzuela.
“El García”, como lo llama Barbieri
[o un “amigo común”, según Tamayo], habla con Ventura de la Vega (“usted, sin
conocerme”, dice la dedicatoria) que se compromete a no seguir con su propia
obra.
1858 – Ventura de la Vega
continúa con su trabajo, pues en la prensa se anuncia que Barbieri hará la música.
La denuncia del abandono en que queda La
venta de Bécquer, abre la polémica en los periódicos (La Crónica, La Iberia).
1859 – La venta encantada se
presenta a censura, es aprobada, y se publica el libreto con la “sarcástica”
dedicatoria. Pero no se estrena.
Barbieri obvia, o desconoce, que la
obra ha sido propuesta al Teatro de la Zarzuela.
1861 – Se estrena la obra de
Ventura de la Vega Don Quijote de la
Mancha, con tres números musicales de Barbieri, cuyo nombre no aparece en
el libreto editado ni en ninguna de las crónicas periodísticas que hemos tenido
oportunidad de leer. El hecho tuvo lugar el día 23 de abril, en el Teatro del
Príncipe, dentro de las actividades promovidas por la Real Academia de la
Lengua para honrar la figura de Cervantes.
1871 – Se da a conocer la obra de Bécquer, García Luna y Reparaz.
Gustavo Adolfo ha muerto once meses antes y García Luna cuatro años. Han pasado
diez años de la primera gran celebración “oficial” del aniversario de Cervantes
y seis de la muerte de Ventura de la Vega. Solo sobrevivían Barbieri, que murió
en 1894, y Reparaz, fallecido en 1886.
El anuncio del estreno de La
venta encantada no despertó demasiado entusiasmo a pesar de las esperanzas
publicadas por algún medio. Efectuada la
presentación, en la sección de espectáculos de El Imparcial se pudo leer la
siguiente crítica[17]:
Con el título de La venta encantada se puso anoche por primera vez en escena en el
coliseo de la calle de Jovellanos una zarzuela en tres actos y en verso,
original de los malogrados escritores D. Gustavo Bécquer y D. Luis García Luna,
con música del maestro Sr. Reparaz.
El asunto de la obra está tomado del Don Quijote, poniéndose en acción la
historia de Cardenio y Teodora [quiere decir Dorotea], Lucinda y D. Fernando,
que con las dos principales figuras del libro de nuestro inmortal Cervantes,
son los personajes que más importante papel juegan en la zarzuela de que nos ocupamos.
El Quijote
no es una creación que pueda materializarse, que permita recibir forma
tangible, que se preste a que la fantasía del poeta la transporte a la escena
arrancándola de un libro, que no consiente ser admirado sino en el libro mismo.
Con esta inmensa dificultad quiso luchar el inolvidable Ventura de la Vega; con
la misma dificultad quisieron luchar también Bécquer y García Luna al pretender
llevar al proscenio uno de los recursos de la rica y vigorosa fantasía de
Miguel de Cervantes Saavedra.
Por esto sin duda La venta encantada resulta ser una obra que, aunque correcta y
discretamente escrita, languidece, muere poco a poco, envuelta con los
recuerdos que el espectador dedica al libro de su predilección, y como
resultado de las comparaciones que establece entre las creaciones que ve
materializadas y las que en su imaginación ha dado forma, acción, voz,
fisonomía, en fin, al dulce y halagüeño calor que prestan a su entendimiento
aquellas páginas impresas en su mente de manera indestructible.
De aquí que el público haya recibido con
marcada frialdad la obra póstuma de Bécquer y García Luna.
Por analogía, podemos aplicar a la música
de La venta encantada los mismos
razonamientos que empleamos para con el libro. Si Ventura de la Vega no logró
arrancar una página al Quijote, Mercadante
tampoco logró arrebatarle una sola inspiración. Por eso mismo el Sr. Reparaz no
ha podido ponerse siquiera a la altura del libro, que es sin duda alguna muy
superior a la parte musical con que está entrelazado.
Las señoritas Velasco y Cortés y los
Sres. Dalmau, Loitia, Miró y Banden, encargados de los papeles importantes de
la obra, los interpretaron con acierto, haciendo cuanto estuvo de su parte para
conseguir un éxito más satisfactorio.
La zarzuela fue puesta en escena con
esmero y propiedad, revelándonos, hasta en los menores detalles, la cuidadosa
dirección que ha presidido el espectáculo. Las decoraciones de los actos
segundo y tercero, debidas al pincel del Sr. Bravo, son del mejor efecto y
demuestran el especial estudio que dicho artista ha debido hacer para
presentarlas tal y como se describen en las Aventuras
del ingenioso hidalgo.
¿Por qué no podemos dispensar nuestros
elogios también a La venta encantada, zarzuela
de dos autores difuntos, que sólo ha servido para demostrar el culto que la
empresa del Teatro de la Zarzuela, de Madrid rinde al arte?
Tratábase de una composición donde figura
la gran creación de Cervantes; tratábase de dos poetas estimables que han
bajado a la tumba, y el Sr. Salas no quiso dejar de honrar la memoria de uno y
de otro, no solo poniendo en escena la obra, sino presentándola con un lujo,
con un esmero merecedores de alta loa.
Decoraciones nuevas, trajes ricos,
costosos y variados detalles, nada omitió para que el espectáculo no dejase
ninguna cosa que desear, y para que todo correspondiera al noble fin que se
había intentado.
El éxito no ha sido el que quisiéramos,
pero queda siempre la satisfacción del propósito, la gloria del pensamiento.
Emilio García Carretero, en su libro sobre el Teatro de la
Zarzuela[20], escribe que “no logró
más que una fría acogida a pesar del esmero con que se puso en escena”. Pero,
si consideramos el comentario crítico de Mariano Soriano Fuertes, publicado el
23 de noviembre en El Heraldo de las
Letras y de los Espectáculos, la obra fue bien recibida[21]:
El trabajo del maestro Reparaz es digno
de su bien adquirida reputación. Hay trozos tan bellos en la obra que no
desdeñarían en hacerlos suyos los más distinguidos compositores. La
introducción, el primer coro, la salida de Cardenio y el final del primer acto,
están escritos con mucho conocimiento de contrapunto y con muy buena
interpretación escénica. Las seguidillas del segundo acto son bellísimas, y el
coro de hombres del tercero es de buen efecto y de un trabajo concienzudo; pero
todo palidece ante el asunto que eligió el compositor. Las piezas de música son
escasas y algunas no bien preparadas, las situaciones difíciles y los
concertantes sin el corte necesario para producir efecto.
Todos los personajes de La venta encantada proceden de la
novela cervantina; el texto, al ser todo
versificado, ”sólo contiene reminiscencias literales en el diálogo entre Sancho
y Don Quijote cuando este le pide cuentas de su viaje al Toboso y el episodio de
la entrega de la carta a Dulcinea” [Lolo: Recreaciones,
447].
Según Pageard[22], los actos I y III son
de Bécquer mientras que el II es de García Luna. Juan Antonio Tamayo opina que
todos los cantables son de Bécquer, versificados en romances y redondillas[23], y ofrece este resumen
genérico:
Adolfo García compuso una zarzuela
romántica, con diálogos animados y versificados excelentemente, con monólogos
inspiradísimos, de radiante polimetría y un final, el del encantamiento de Don
Quijote, que tiene todo el aire de un moderno ballet” [Tamayo: XXXVIII].
Además, el estudioso del teatro
becqueriano destaca estos versos de Cardenio:
¿Ves esa luna que se eleva tímida?
Blanca es su luz;
pero aún más blanca que sus rayos
trémulos,
blanca eres tú.
Considerando que La venta se
escribió en 1856-57, apunta Tamayo que esta sería la verdadera primera Rima del poeta sevillano.
J.P.M.
J.P.M.
[1] El propio
Cervantes llama a este personaje: reina, princesa, infanta y aún señora, aunque
el término más utilizado en el Quijote es
el de princesa.
[2] En la edición del libreto de “El
Teatro”, impresa en 1859, no figuran los intérpretes, ni la fecha y lugar de
estreno; la razón es que el libro se imprimió antes del estreno.
[3] En la
novela cervantina el nombre es Luscinda.
[4] No figura
entre los personajes del libreto.
[5] Podríamos
considerar los números 13, 14 y 15, como un único fragmento que se iniciaría
con el Dúo de Dorotea y Fernando, al que se incorpora Cardenio y después
Lucinda.
[6] Emilio Casares. Francisco Asenjo Barbieri. ICCMU,
Oviedo, 1994. Vol 2. Escritos, pág. 91.
[7] Esta debe
ser la frase que Barbieri consideró sarcástica.
[8] V. Espinós. El "Quijote" en la música. Patronato del IV Centenario
del Nacimiento de Cervantes Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Instituto Español de Musicología. Barcelona, 1947, pág. 20.
[9] La
dedicatoria se refiere al “asunto”, pero no indica que este fuera el título
pensado.
[10]
Tamayo, Juan Antonio. Teatro de Gustavo Adolfo Bécquer. Madrid, CSIC, 1949, pág. XLVIII..
[11]
Pageard, Robert. Bécquer. Leyenda y realidad. Espasa-Calpe.
Madrid, 1990, págs. 157 y ss.
[12] Aquí sí
que hay sarcasmo.
[14] ¿Surgió
de este consejo la publicación del libreto?
[15] Ventura de la Vega nació en
Buenos Aires, en 1807 y murió en Madrid, en 1865.
[16]
“Cervantes y el Quijote en la música
española (Siglos XVII–XIX). Una difícil recepción”, en Lolo, Begoña (Ed.).
Cervantes y el Quijote en la música.
Estudios sobre la recepción de un mito. (Col. de artículos presentados al
Congreso Internacional Cervantes y el Quijote en la Música, Madrid, 2005). Ministerio de Educación y Ciencia.
Centro de Estudios Cervantinos. Madrid, 2007, pág. 143.
[17] El Imparcial. 22-11-1871, p. 3.
[18] Seudónimo
de Ramón de Navarrete.
[19] La Época, Madrid, 27-11-1871, p. 1.
[20] E. García Carretero. Historia del Teatro de la Zarzuela. Fundación
de la Zarzuela Española. Oviedo, 2003. Vol. I. pág. 81.
[21] Citado en “Cervantes y el Quijote en la música española (Siglos
XVII–XIX). Una difícil recepción”, en Lolo, Begoña (Ed.). Cervantes
y el Quijote en la música. Estudios sobre la recepción de un mito. (Col. de
artículos presentados al Congreso Internacional Cervantes y el Quijote en la
Música, Madrid, 2005). Ministerio de
Educación y Ciencia. Centro de Estudios Cervantinos. Madrid, 2007, pág. 145.
[22] Roberto
Pageard. Bécquer.
Leyenda y realidad. Espasa-Calpe. Madrid, 1990.
[23] Este
autor (p. XLII), ofrece un resumen de la métrica poética,
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