martes, 6 de junio de 2017

Antonio Reparaz - La venta encantada.


Antonio Reparaz (Cádiz, 1831 – Reus, 1886) fue hijo  de un músico mayor de regimiento, y nació en el mar, a bordo de un barco en aguas gaditanas. Se formó en Italia y fue un respetado director de orquesta que llegó a trabajar en Europa y en América. En Madrid estrenó diversas obras de otros autores en el Teatro del Circo y  escribió óperas y zarzuelas. Entre las primeras figuran Don Gonzalo de Córdoba y Don Pedro el Cruel, y entre las zarzuelas La mina de oro, Un quinto y un sustituto, La niña de nieve y Paolo y Virginia.

Zarzuela en tres actos y en verso. Texto de Adolfo García (seudónimo utilizado por Gustavo Adolfo Bécquer y Luis García Luna). Música de Antonio Reparaz. Estreno: 21 de noviembre de 1871, en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid.

Sinopsis. En Sierra Morena, mientras buscan a Don Quijote, el Cura, el Barbero y Sancho descubren a Cardenio quien, después de contar su triste historia de amor descubre a su enamorada Dorotea. Al aparecer Don Quijote, sus amigos consiguen convencerle de que rescate a la princesa[1] Micomicona. De camino a casa recalan en la venta que Don Quijote cree castillo. A ella llega Don Fernando con Lucinda desmayada. Al recuperarse, insiste en que nunca será su esposa. Cardenio reconoce a Fernando y sale en defensa de la dama; Dorotea reconoce a Fernando como su esposo y Lucinda confiesa que Cardenio es su amado.

A la puerta de la venta, Cardenio y Fernando pelean y el primero es vencido. Lucinda está dispuesta a morir si muere Cardenio. Ante la situación, Fernando recupera el buen sentido y decide marchar con Dorotea, de manera que las dos parejas se reúnen,  Don Quijote es llevado a su aldea en una jaula, él cree que va encantado

Personajes e intérpretes del estreno[2]: Lucinda[3], enamorada de Cardenio (Sra. Cortés). Dorotea, hermosa joven engañada por Fernando (Sra. Velasco). Maritornes[4] (Sra. Zúñiga).
Don Quijote (Sr. Loitia). Sancho Panza (Sr. Miró). Cardenio, amigo de Fernando y enamorado de Lucinda (Sr. Dalmau). Don Fernando, amigo de Cardenio, engañador de Dorotea (Sr. Wanden). El Cura (Sr. Crespo). El Barbero (Sr. Lasfuentes). Ambrosio (Sr Edo). El Ventero.(Sr. Fernández).
Decorados: Antonio Bravo

Números musicales. Acto I. Preludio. 1 – Coro de pastores y Ambrosio (“Ya del monte la cumbre se dora”). 2 - Monólogo de Sancho (“Callaré lo del molino”). 3 – Escena. Amplio parlamento en el que Cardenio recita y canta, con intervenciones  habladas de otros personajes. La orquesta acompaña y subraya situaciones.  Cardenio (“¿Ves esa Luna que se eleva tímida?”); Dorotea (“¿Dónde vas, tórtola triste?”; “Como el relámpago”). 4 – Dúo de Cardenio y Dorotea (“Dorotea, Dorotea”). 5 – Don Quijote y Sancho (“De una guerrera trompa”). 6 – Final I acto (“Ved esa dama que se adelanta”). Acto II. 7 – Coro y Ventero (“De un manchego el cariño”). 8 – Escena, Don Quijote, Sancho, Barbero, Cuadrilleros (“En nombre del rey”). 9 – Terceto de Cardenio, Fernando y Lucinda (“¡Qué miro, justo cielo!”). 10 – Concertante. Dorotea, Fernando, Cardenio, Lucinda, Sancho y coro (“Pues quieren  los cielos”). Acto III. 11 – Sancho y caballeros (“Ni una paja se mueve”). 12 – Coro de caballeros (“¡Chist!... Callad, callad, se alejan”). 13 – Dúo de Dorotea y Fernando (“¡Es ella! Y bien señora”). 14 – Terceto de Dorotea, Fernando y Cardenio (“Grande hazaña por mi vida”). 15 – Cuarteto de Lucinda, Cardenio, Dorotea y Fernando  (“Todo lo he oído”)[5]. 16 – Escena final. Sancho y coro (“Miserere, miserere de este noble paladín”).


Argumento: Acto I. Zona escabrosa de sierra Morena. Amanece y los pastores se desperezan [Coro de pastores y Ambrosio].  El Cura, el Barbero y Sancho buscan a Don Quijote. El Barbero pregunta a Sancho si se le puede encomendar un negocio de importancia; éste responde presumiendo de haber tomado parte en muchas aventuras, “olvidando” la de los molinos, la de los yangüeses, la de su manteo y alguna otra [Monólogo de Sancho]. El asunto es ir a salvar a la princesa Micomicona, presa de un malvado gigante. Ambrosio informa al Cura y al Barbero que hay otro loco en la zona,  un loco de amores que resulta ser Cardenio y que, en ese preciso momento baja al escenario, en el que se lamenta de sus tristezas y desengaños [Escena]. Los recién llegados, escondidos, escuchan con atención y sorpresa y son testigos del desmayo de Cardenio, agotado por el  sufrimiento. El Cura y el Barbero le socorren  y cuando se recupera, completa la narración de su desgracia. Ambrosio descubre la presencia de una mujer que se acerca por el camino y que resulta ser Dorotea, quien, sin reconocer a Cardenio cuenta su historia. Cardenio, tomándola de la mano, se descubre [Dúo de Cardenio y Dorotea] y el Cura, emocionado, les ofrece su casa y su ayuda, pero antes han de encontrar a Don Quijote.

Regresa Sancho con Don Quijote y éste quiere saber la respuesta de Dulcinea a la carta que le mandó llevar; Don Quijote imagina a Dulcinea en su castillo, y Sancho dice haberla visto en un corral. La consecuencia es obvia: Dulcinea está encantada.  El sonido de una caracola interrumpe la conversación [Don Quijote y Sancho]. Disfrazado convenientemente, aparece el Barbero, encabezando una brillante caravana que forman Dorotea, Cardenio y el Cura: buscan a Don Quijote para encomendarle el rescate de la princesa Micomicona [Final I acto]. El Caballero accede y sus amigos se alegran porque, con este engaño, podrán hacer regresar a Don Quijote a la aldea.

Acto II.  Patio de una venta en La Mancha  en el que estudiantes, arrieros y mozas bailan al son de un guitarrillo [Coro y Ventero]. Llega la comitiva de Don Quijote pidiendo alojamiento, pero el Ventero no quiere albergar a Don Quijote, al que conoce por su desgraciada estancia anterior. Los ducados del Barbero harán entrar en razón al Ventero. Por otra parte, Sancho tampoco quiere entrar en la venta que tan malos recuerdos le trae y que Don Quijote cree castillo. Don Quijote saluda ceremoniosamente a todos, pero como le toman por loco y se burlan de él, saca su espada  dispuesto a la pelea. Aparecen unos cuadrilleros y le conminan a darse preso [Escena]. El Barbero consigue convencer a los cuadrilleros de la locura de Don Quijote y estos, envainando las espadas, le dejan en paz. También consigue el Barbero llevarse al Caballero a descansar.

Don Fernando, disfrazado, entra apresuradamente, llevando en los brazos a Lucinda, en hábito de monja y desmayada. Al volver en sí, la dama consigue averiguar la identidad de Fernando, pese a su máscara, y ambos mantienen  un diálogo en el que ella declara que nunca accederá a sus deseos, aunque  él insiste en hacerla su esposa. La tensión del diálogo se eleva y Lucinda pide ayuda. A su llamada acude Cardenio que se sorprende al reconocer a Fernando [Terceto de Dorotea, Fernando y Cardenio].

Fernando amenaza a Cardenio y sus enmascarados compinches intentan llevarse a Lucinda. Las voces hacen salir a los habitantes de la venta; los cuadrilleros dan el alto a Fernando que trata de engañarles diciéndoles que viene en busca de su esposa que le habían robado. Dorotea le reconoce y le acusa de ser él el raptor.  La situación se aclara cuando Lucinda confiesa que Cardenio es su amado y que Dorotea es la esposa de Fernando [Concertante].

Acto III. En el campo. Sancho se acerca a la venta con sigilo y miedo, pero es sorprendido por un grupo de caballeros que le preguntan si hay mucha, o poca gente en la venta [Sancho y caballeros]. El escudero trata de eludir el interrogatorio de los caballeros que buscan a una dama. Los caballeros se retiran y aparecen el Cura y el Barbero, pidiendo a Sancho que vaya en busca de Don Quijote. Con él aparece, y es convencido para que deje su ronda y entre en la venta. Cuando todos vuelven al interior reaparecen los caballeros de Fernando [Coro de caballeros] dispuestos a conseguir su propósito.

De la venta sale un embozado que acude a la cita acordada para batirse don Fernando. Dorotea, que es la disfrazada, se descubre y le ofrece su vida (aunque le quiere) si con ello el hombre será feliz [Dúo de Dorotea y Fernando]. Las razones de Dorotea no convencen a Fernando. Aparece ahora Cardenio dispuesto a la pelea para lavar su afrenta [Terceto]. Cardenio resulta vencido y Lucinda, que ha sido testigo de todo, confiesa estar dispuesta a morir si muere Cardenio [Cuarteto]. Ante la situación planteada, Fernando recupera la sensatez y su orgullo de caballero, de manera que él marchará con Dorotea  y Cardenio podrá hacer lo propio con Lucinda.

La obra concluye con la salida de un fantasmal cortejo que conduce a Don Quijote enjaulado a su aldea [Escena final]. Él piensa que se lo llevan encantado.
 
Gustavo Adolfo Bécquer
Comentario. Esta zarzuela se inspira en los sucesos narrados en la primera parte del Quijote relacionados con las parejas Dorotea-Cardenio y Luscinda-Fernando, incluidos el encargo a Don Quijote de rescatar a la princesa Micomicona y el enjaulamiento del caballero para ser devuelto a su aldea.

La venta encantada, primera de las obras cervantinas de Reparaz, tiene una historia un tanto rocambolesca. Veamos la información disponible. Emilio Casares en los “Escritos” de Barbieri[6] que acompañan a su biografía, reproduce la declaración del compositor:

La venta encantada impresa en 1859 no se ha representado aún [la información corresponde al propio año de 1859], y tiene una historia particular. Ventura de la Vega empezó a escribirme una zarzuela sobre el Quijote, de la cual tenía yo [quien habla es Barbieri] puestas en música dos piezas, cuando parece que fue a verle Adolfo García y le rogó que no continuase, porque él tenía ya concluida esta obra sobre el mismo asunto. Ventura de la Vega le dio palabra de hacerlo así, y luego el García imprimió el adjunto libreto (al saber que Vega pensaba continuar el suyo), poniéndole una dedicatoria sarcástica a Vega, la cual ha herido mucho a éste, pero le ha impedido hasta el presente continuar su libreto, con lo cual el que pierde soy yo.

Esa dedicatoria, incluida en el libreto, es la siguiente:

Al Excmo. Señor Don Ventura de la Vega.
Muy señor mío: Hace más de dos años me dio V. palabra de no escribir una zarzuela que tenía en proyecto, y cuyo asunto pensaba tomar del inmortal libro de Cervantes, en la parte que refiere la aventura de Cardenio. V. supo entonces que yo había presentado en el teatro de la Zarzuela una con el mismo argumento, y a la que titulé La venta encantada. Es decir, que usted sin conocerme me dispensó un favor de grande importancia.
Agradecido a tan caballeroso proceder, y deseando dar a usted públicamente una prueba de mi reconocimiento, me tomo la libertad de dedicarle esta modestísima obra, que si hoy sale a la luz pública y mañana acaso se presenta en la escena, lo debe a un acto de su generosidad, y al respeto con que miran su palabra empeñada los hombres pundonorosos y caballeros[7]. Tengo el honor de repetirme a sus órdenes atento y agradecido servidor, q.b.s.m.  Adolfo García.

La información de Víctor Espinós sobre el asunto es ésta[8]:

En la dedicatoria a Ventura de la Vega se hace constar que este ilustre dramaturgo tenía el propósito, no realizado, de escribir una zarzuela con el título de Cardenio[9]. Sin duda Vega se limitó a pedir, dos años después, a Barbieri que realizara su Don Quijote en Sierra Morena con la música de escena de que en otro lugar se habla. La obra de García y Reparaz se imprimió –sólo el libreto– en 1859. La de Vega y Barbieri en 1861

La opinión de Tamayo[10] es la siguiente:

A nuestro juicio, lo ocurrido fue sólo lo siguiente. Tal vez al saber que le había sido presentado a la empresa del teatro de la Zarzuela una obra de tema cervantino, sobre el episodio de Cardenio, Ventura de la Vega había sentido la tentación de convertir en zarzuela su viejo y olvidado drama  [se refiere a Don Quijote de la Mancha en Sierra Morena], Al hacerse esto público por las tertulias teatrales, Bécquer y García Luna vieron en peligro el estreno de su obra, y recurrieron a algún amigo común, al cual el autor de El hombre de mundo [Ventura de la Vega], comunicaría su desistimiento del propósito. Pero pasaban los días, los meses y aún los años. Vega seguía encariñado con la idea, y la empresa veía más posibilidades de ganancia en el estreno de la obra de un autor consagrado que en la de los dos desconocidos. Se entabla, pues, esa lucha terrible, que entonces, como hoy, se mantiene en torno a los tablados escénicos: la lucha por estrenar, ese combate en que se apela a todas las armas y que a tantos escritores auténticos ha apartado del teatro. Después de la intervención de sus amigos con sueltos y gacetillas, Bécquer y García Luna decidieron imprimir La venta encantada, aún sin estrenar, y dedicársela a Ventura de la Vega. Esta dedicatoria, lejos de ser una manifestación sincera de gratitud de los noveles autores era solamente un procedimiento para dar la mayor publicidad posible a la promesa de Ventura de la Vega, para que éste no pudiera incumplirla y tuviera que desistir de estrenar su zarzuela cervantina, abriendo paso a la de Bécquer y García Luna. Pero estos, con su ardid, nada consiguieron, a no ser retrasar el estreno de la obra de Ventura de la Vega, que no se efectuó hasta 1861, pero que se verificó, al fin.

Aún disponemos de otras opiniones. La de Begoña Lolo [Recreaciones: 446]:

Ventura de la Vega guardó el compromiso de no escribir la zarzuela al menos durante un tiempo, pero no es menos cierto que la celebración del fallecimiento de Cervantes instaurada por la Real Academia Española en 1861, hicieron que lo rompiese.


Otros periódicos, citados por Pageard[11], se hicieron eco del suceso:

Es probable que, estando ya acabado o muy adelantado el libreto de La venta encantada, supiesen los autores por el Teatro de la Zarzuela o por el editor Gullón que Ventura de la Vega, autor del drama en prosa Don Quijote de la Mancha en Sierra Morena (1832), planeaba escribir una zarzuela sobre el mismo tema. Dada la influencia de que disponía Ventura de la Vega en el medio teatral, Bécquer y García Luna tuvieron que tomar contacto con él; la representación, igual que la publicación, quedaron aplazadas. Según toda probabilidad, Ventura de la Vega puso su proyecto en ejecución mientras las puertas de los teatros quedaban cerradas para La venta encantada; se lee, en efecto, en un comunicado de las Novedades de mayo de 1858:
Varios periódicos anuncian que el Excmo. Sr. D.  Ventura de la Vega escribe una zarzuela titulada Don Quijote, la cual pondrá en música el Sr. Barbieri para la temporada venidera. Esta noticia nos ha recordado que dos años ha fue presentado a la empresa del teatro lírico español un libreto, también basado en la novela del inmortal Cervantes y nominado La venta encantada. El autor o autores de esta obra no eran oficialmente excelentísimos en ninguna acepción  de la palabra. De aquella zarzuela no ha vuelto a saberse nada después que los periódicos anunciaron su presentación; y como un recuerdo trae otro, el Don Quijote del Sr. Vega nos hace preguntar: ¿Qué habrá sido de La venta encantada? Entiéndase que esta pregunta se la hacemos al Excelentísimo Sr. Don Ventura de la Vega[12].

Haciéndose eco de esta protesta, que sólo podría dimanar de un amigo de los autores, Rodríguez Correa escribió el 12 de mayo de 1858 en La Crónica:

Nosotros, que tenemos el gusto de conocer particularmente a los autores de la obra antigua (Bécquer y García Luna), no de la moderna (Ventura de la Vega), hemos oído de sus labios una historia sobre La venta encantada verdaderamente encantadora. En ella hay duendes, varitas mágicas, promesas, desapariciones, encuentros, muerte y resurrección. Pero como estas narraciones se nos han confiado en el seno de la amistad y no estamos autorizados para publicarlas, nos abstenemos de hacerlo, aconsejando, por otra parte, a nuestros jóvenes amigos, a que lo hagan[14].
En el verano de 1859, Bécquer y García Luna se resolvieron a someter el libreto a Antonio Ferrer del Río, censor de teatros, quien dio su aprobación el 10 de octubre. No habiéndose presentado ninguna posibilidad de representación, los autores entregaron el manuscrito a Alonso Gullón, quien lo publicó en su colección “El Teatro, colección de obras dramáticas y líricas” antes del final de 1859.
 
Esquela de García Luna. El Imparcial, 27-12-1867
La relación entre esta obra y una hipotética sobre el mismo tema de Ventura de la Vega no queda clara. No extraña que en el Madrid de aquella época se supiera que Ventura de la Vega estaba escribiendo una zarzuela sobre el Quijote, de otro modo Adolfo García no habría visitado al dramaturgo de origen argentino[15] con la intención ya conocida.  ¿Cuál de las dos personas que se amparaban bajo el nombre de Adolfo García visitó a Ventura de la Vega? ¿Fueron ambos? No lo sabemos, puede que los libretistas no se vieran personalmente, Tamayo, citado más arriba, habla de un “amigo común”. En cualquier caso, los argumentos que “García” esgrimió ante el dramaturgo debieron ser lo bastante convincentes como para que Ventura aparcara su proyecto. ¿Cuáles fueron las causas? ¿Es posible que Ventura, 52 años en aquel momento, tuviera un “detalle” con un (¿unos?) joven que empezaba? (Bécquer tenía en esa misma época 23 años y García Luna 25) ¿Realmente Ventura había empezado su trabajo? Barbieri dice que “empezó a escribirme”  y que él tenía ya dos piezas puestas en música, pero Espinós escribe que Vega “tenía el propósito, no realizado”. Sea como fuere, Ventura accedió a dejar su idea en suspenso, quizá para otra ocasión.  La obra de Adolfo García se imprime en 1859 al saber éste que Vega pensaba continuar su proyecto, dice Barbieri. ¿Faltó aquél a su palabra o el compromiso adquirido fue sólo temporal? ¿Fue presionado por alguien o por algo? ¿Tuvo que ver la empresa, regentada por el conocido cantante Francisco Salas, al considerar los posibles rendimientos económicos de la obra de Ventura de la Vega frente a la de Bécquer / García Luna?

Para complicar el asunto, debemos recordar que Ventura de la Vega, efectivamente, había escrito, en 1831, estrenándolo al año siguiente, un drama hablado titulado Don Quijote en Sierra Morena, de temática similar a la de Adolfo García. ¿Desconocían Bécquer y García Luna la existencia de esta obra que tuvo mucho reconocimiento? Seguramente, pues había sido estrenada en 1832, cuatro años antes de que naciera Bécquer y cinco antes de la llegada del poeta sevillano a Madrid, en 1854.
La teoría de Begoña Lolo respecto al aprovechamiento de la efemérides cervantina de 1861 pudiera ser válida, pero hay que considerar que la información dada en La Iberia es de 1858, es decir, tres años antes y hace referencia a la presentación de la obra a la Zarzuela en 1856.

Aún podríamos preguntarnos por qué tardó tanto en darse a conocer La venta (en 1871), incluso, claramente, ¿por qué se estrenó?, si Bécquer había muerto en 1870 y García Luna en 1867.

Para Víctor Espinós, la obra que nos ocupa es la zarzuela en un acto, de don Adolfo García, a la que puso música el maestro Antonio Reparaz. Pérez Capo y Sedó, hablan de zarzuela en tres actos.  En el Catálogo de la BNE encontramos algún detalle más. Éste es el asiento completo: “Zarzuela en tres actos y en verso. Letra de Don Adolfo García [seud.]. Basada en el inmortal libro de Cervantes Don Quijote de la Mancha, en la parte que refiere la aventura de Cardenio. Agradecimiento y dedicatoria del autor a D. Ventura  de la Vega por no haber escrito una zarzuela que tenía en proyecto, con el mismo argumento”.

En primer lugar podemos advertir que no hay coincidencia en la extensión de la obra; Espinós la reduce a un acto y para el resto de fuentes se desarrolla en tres, que es lo correcto. Begoña Lolo[16] aclara el problema de la extensión: se trata de dos obras musicales distintas que emplearon el mismo libreto: la de Antonio Reparaz, zarzuela en tres actos, y la del mexicano Miguel Planas, ópera en un acto.

Todos estos datos y opiniones enmarañan el conocimiento de la peripecia de La venta encantada, que tratamos de resumir a continuación,  de manera cronológica.

1856-57 – Se escribe La venta. Quizá, incluso antes (“Hace más de dos años”, dice la dedicatoria en 1859, “dos años ha”, se publica en Novedades). Teniendo en cuenta estas fechas, y con la información disponible, quizá fuera esta la primera aproximación de Bécquer a la zarzuela.
“El García”, como lo llama Barbieri [o un “amigo común”, según Tamayo], habla con Ventura de la Vega (“usted, sin conocerme”, dice la dedicatoria) que se compromete a no seguir con su propia obra.
1858 – Ventura de la Vega continúa con su trabajo, pues en la prensa se anuncia que Barbieri hará la música. La denuncia del abandono en que queda La venta de Bécquer, abre la polémica en los periódicos (La Crónica, La Iberia).
1859 – La venta encantada  se presenta a censura, es aprobada, y se publica el libreto con la “sarcástica” dedicatoria. Pero no se estrena.
Barbieri obvia, o desconoce, que la obra ha sido propuesta al Teatro de la Zarzuela.
1861 – Se estrena la obra de Ventura de la Vega Don Quijote de la Mancha, con tres números musicales de Barbieri, cuyo nombre no aparece en el libreto editado ni en ninguna de las crónicas periodísticas que hemos tenido oportunidad de leer. El hecho tuvo lugar el día 23 de abril, en el Teatro del Príncipe, dentro de las actividades promovidas por la Real Academia de la Lengua para honrar la figura de Cervantes.
1871 – Se da a conocer la obra de Bécquer, García Luna y Reparaz. Gustavo Adolfo ha muerto once meses antes y García Luna cuatro años. Han pasado diez años de la primera gran celebración “oficial” del aniversario de Cervantes y seis de la muerte de Ventura de la Vega. Solo sobrevivían Barbieri, que murió en 1894, y Reparaz, fallecido en 1886.


El anuncio del estreno de La venta encantada no despertó demasiado entusiasmo a pesar de las esperanzas publicadas por algún medio.  Efectuada la presentación, en la sección de espectáculos de El Imparcial  se pudo leer la siguiente crítica[17]:

Con el título de La venta encantada se puso anoche por primera vez en escena en el coliseo de la calle de Jovellanos una zarzuela en tres actos y en verso, original de los malogrados escritores D. Gustavo Bécquer y D. Luis García Luna, con música del maestro Sr. Reparaz.
El asunto de la obra está tomado del Don Quijote, poniéndose en acción la historia de Cardenio y Teodora [quiere decir Dorotea], Lucinda y D. Fernando, que con las dos principales figuras del libro de nuestro inmortal Cervantes, son los personajes que más importante papel juegan en la zarzuela de que nos ocupamos.
El Quijote no es una creación que pueda materializarse, que permita recibir forma tangible, que se preste a que la fantasía del poeta la transporte a la escena arrancándola de un libro, que no consiente ser admirado sino en el libro mismo. Con esta inmensa dificultad quiso luchar el inolvidable Ventura de la Vega; con la misma dificultad quisieron luchar también Bécquer y García Luna al pretender llevar al proscenio uno de los recursos de la rica y vigorosa fantasía de Miguel de Cervantes Saavedra.
Por esto sin duda La venta encantada resulta ser una obra que, aunque correcta y discretamente escrita, languidece, muere poco a poco, envuelta con los recuerdos que el espectador dedica al libro de su predilección, y como resultado de las comparaciones que establece entre las creaciones que ve materializadas y las que en su imaginación ha dado forma, acción, voz, fisonomía, en fin, al dulce y halagüeño calor que prestan a su entendimiento aquellas páginas impresas en su mente de manera indestructible.
De aquí que el público haya recibido con marcada frialdad la obra póstuma de Bécquer y García Luna.
Por analogía, podemos aplicar a la música de La venta encantada los mismos razonamientos que empleamos para con el libro. Si Ventura de la Vega no logró arrancar una página al Quijote, Mercadante tampoco logró arrebatarle una sola inspiración. Por eso mismo el Sr. Reparaz no ha podido ponerse siquiera a la altura del libro, que es sin duda alguna muy superior a la parte musical con que está entrelazado.
Las señoritas Velasco y Cortés y los Sres. Dalmau, Loitia, Miró y Banden, encargados de los papeles importantes de la obra, los interpretaron con acierto, haciendo cuanto estuvo de su parte para conseguir un éxito más satisfactorio.
La zarzuela fue puesta en escena con esmero y propiedad, revelándonos, hasta en los menores detalles, la cuidadosa dirección que ha presidido el espectáculo. Las decoraciones de los actos segundo y tercero, debidas al pincel del Sr. Bravo, son del mejor efecto y demuestran el especial estudio que dicho artista ha debido hacer para presentarlas tal y como se describen en las Aventuras del ingenioso hidalgo. 

“Asmodeo[18]” firmó en La Época la siguiente y escueta crónica[19]:

¿Por qué no podemos dispensar nuestros elogios también a La venta encantada, zarzuela de dos autores difuntos, que sólo ha servido para demostrar el culto que la empresa del Teatro de la Zarzuela, de Madrid rinde al arte?
Tratábase de una composición donde figura la gran creación de Cervantes; tratábase de dos poetas estimables que han bajado a la tumba, y el Sr. Salas no quiso dejar de honrar la memoria de uno y de otro, no solo poniendo en escena la obra, sino presentándola con un lujo, con un esmero merecedores de alta loa.
Decoraciones nuevas, trajes ricos, costosos y variados detalles, nada omitió para que el espectáculo no dejase ninguna cosa que desear, y para que todo correspondiera al noble fin que se había intentado.
El éxito no ha sido el que quisiéramos, pero queda siempre la satisfacción del propósito, la gloria del pensamiento.

Emilio García Carretero, en su libro sobre el Teatro de la Zarzuela[20], escribe que “no logró más que una fría acogida a pesar del esmero con que se puso en escena”. Pero, si consideramos el comentario crítico de Mariano Soriano Fuertes, publicado el 23 de noviembre en El Heraldo de las Letras y de los Espectáculos, la obra fue bien recibida[21]:

El trabajo del maestro Reparaz es digno de su bien adquirida reputación. Hay trozos tan bellos en la obra que no desdeñarían en hacerlos suyos los más distinguidos compositores. La introducción, el primer coro, la salida de Cardenio y el final del primer acto, están escritos con mucho conocimiento de contrapunto y con muy buena interpretación escénica. Las seguidillas del segundo acto son bellísimas, y el coro de hombres del tercero es de buen efecto y de un trabajo concienzudo; pero todo palidece ante el asunto que eligió el compositor. Las piezas de música son escasas y algunas no bien preparadas, las situaciones difíciles y los concertantes sin el corte necesario para producir efecto.
Todos los personajes de La venta encantada proceden de la novela  cervantina; el texto, al ser todo versificado, ”sólo contiene reminiscencias literales en el diálogo entre Sancho y Don Quijote cuando este le pide cuentas de su viaje al Toboso y el episodio de la entrega de la carta a Dulcinea” [Lolo: Recreaciones, 447].

Según Pageard[22], los actos I y III son de Bécquer mientras que el II es de García Luna. Juan Antonio Tamayo opina que todos los cantables son de Bécquer, versificados en romances y redondillas[23], y ofrece este resumen genérico:

Adolfo García compuso una zarzuela romántica, con diálogos animados y versificados excelentemente, con monólogos inspiradísimos, de radiante polimetría y un final, el del encantamiento de Don Quijote, que tiene todo el aire de un moderno ballet” [Tamayo: XXXVIII].
Además, el estudioso del teatro becqueriano destaca estos versos de Cardenio:

¿Ves esa luna que se eleva tímida?
Blanca es su luz;
pero aún más blanca que sus rayos trémulos,
blanca eres tú.

Considerando que La venta se escribió en 1856-57, apunta Tamayo que esta sería la verdadera primera Rima del poeta sevillano.
J.P.M.


[1] El propio Cervantes llama a este personaje: reina, princesa, infanta y aún señora, aunque el término más utilizado en el Quijote es el de princesa.
[2] En la edición del libreto de “El Teatro”, impresa en 1859, no figuran los intérpretes, ni la fecha y lugar de estreno; la razón es que el libro se imprimió antes del estreno.
[3] En la novela cervantina el nombre es Luscinda.
[4] No figura entre los personajes del libreto.
[5] Podríamos considerar los números 13, 14 y 15, como un único fragmento que se iniciaría con el Dúo de Dorotea y Fernando, al que se incorpora Cardenio y después Lucinda.
[6] Emilio Casares. Francisco Asenjo Barbieri. ICCMU, Oviedo, 1994.  Vol 2. Escritos, pág. 91.
[7] Esta debe ser la frase que Barbieri consideró sarcástica.
[8] V. Espinós. El "Quijote" en la música. Patronato del IV Centenario del Nacimiento de Cervantes Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Español de Musicología. Barcelona, 1947, pág. 20.
[9] La dedicatoria se refiere al “asunto”, pero no indica que este fuera el título pensado.
[10] Tamayo, Juan Antonio. Teatro de Gustavo Adolfo Bécquer. Madrid, CSIC, 1949, pág. XLVIII.. 
[11] Pageard, Robert. Bécquer. Leyenda y realidad. Espasa-Calpe. Madrid, 1990, págs. 157 y ss.
[12] Aquí sí que hay sarcasmo.
[14] ¿Surgió de este consejo la publicación del libreto?
[15] Ventura de la Vega nació en Buenos Aires, en 1807 y murió en Madrid, en 1865.
[16] “Cervantes y el Quijote en la música española (Siglos XVII–XIX). Una difícil recepción”, en  Lolo, Begoña (Ed.). Cervantes y el Quijote en la música. Estudios sobre la recepción de un mito. (Col. de artículos presentados al Congreso Internacional Cervantes y el Quijote en la Música, Madrid, 2005). Ministerio de Educación y Ciencia. Centro de Estudios Cervantinos. Madrid, 2007, pág. 143.
[17] El Imparcial. 22-11-1871, p. 3.
[18] Seudónimo de Ramón de Navarrete.
[19] La Época, Madrid, 27-11-1871, p. 1.
[20] E. García Carretero. Historia del Teatro de la Zarzuela. Fundación de la Zarzuela Española. Oviedo, 2003. Vol. I. pág. 81.
[21] Citado en “Cervantes y el Quijote en la música española (Siglos XVII–XIX). Una difícil recepción”, en  Lolo, Begoña (Ed.). Cervantes y el Quijote en la música. Estudios sobre la recepción de un mito. (Col. de artículos presentados al Congreso Internacional Cervantes y el Quijote en la Música, Madrid, 2005). Ministerio de Educación y Ciencia. Centro de Estudios Cervantinos. Madrid, 2007, pág. 145.
[22] Roberto Pageard. Bécquer. Leyenda y realidad. Espasa-Calpe. Madrid, 1990.
[23] Este autor (p. XLII), ofrece un resumen de la métrica poética,

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