lunes, 26 de junio de 2017

Emilio Arrieta. La ínsula Barataria.

Personaje capital en la historia de nuestra música, zarzuelero convencido, Emilio Arrieta (Puente La Reina, (Navarra), 1823 – Madrid, 1894), debe su fama a la zarzuela–ópera Marina (1855), sin duda una de las cimas del teatro lírico español.

El compositor Emilio Arrieta.

 Zarzuela en tres actos y en verso. Texto de Luis Mariano de Larra. Estreno: 23 de diciembre de 1864 en el Teatro del Circo, de Madrid. Acción en un pueblo de Aragón en el año 1596

Sinopsis. Encajada en la historia de Sancho como gobernador de Barataria, y entre el sufrimiento porque no le dejan comer y dando muestra de su sentido de la justicia, se inserta la historia amorosa de Don César enamorado de Inés, cuyo padre Don Diego, no autoriza esta relación. Don Diego se justifica en una historia que no puede revelar, pero que, al final, resulta ser un malentendido: el padre de Inés está convencido de que su otra hija, Doña Leonor, fue mancillada por Don César y muestra una carta que lo prueba, pero no hay tal, porque el documento es del hermano de Don César, ya muerto. Sancho termina siendo vitoreado por haber vencido a los enemigos y abandona el lugar.

Personajes e intérpretes principales del estreno. Inés, hija de Don Diego (Enriqueta Toda). Lucía, criada de Inés (Sra. Brieba). Una Mujer (Sra. Soriano).
Don César, enamorado de Inés (Tirso Obregón). Don Diego, padre de Inés (Sr. Becerra). Sancho Panza (Sr. Allú). Pedro Recio, médico (Sr. Jalón). El Secretario (Sr. Soriano). Rompelanzas (Sr. Bornaechea). Un Ganadero (Maximino Fernández). Un Sastre (Sr. Ramiro). Un Labrador (Sr. Dupuy).

Números musicales. Acto I. Coro de hombres y mujeres. Tiempo de jota (“Corran de mano en mano”). Serenata coreada de D. Cesar. Jota. (“Asómate a la ventana”).  Dúo de D. César y D. Diego (“¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás de César de Avendaño”). Final I acto. Concertante. Sancho Panza, Pedro Recio, Rompelanzas, Secretario y coro general. (“¡Ya avisan que llega!”). Acto II. Introducción. Sancho Panza, Pedro Recio, Rompelanzas, Secretario y coro general (“¡Viva, viva el señor Sancho Panza”).  Terceto de Sancho Panza, una Mujer y un Ganadero (“¡Infame, mal hombre”). Escena de la comida. Sancho Panza, Pedro Recio, Secretario y coro masculino (“¡Gracias a los cielos”). Romanza de Inés (“Huérfana de madre”). Final II acto. Concertante. Inés, D. César, Diego, Sancho Panza y coro (“Guardad las armas”). Acto III. Aria coreada de Inés (“Brillan las perlas”). Dúo de Inés y D. César (“¡Inés, yo sí! ¡Apártate!”). Seguidillas de Sancho (“De los calvos no quieras enamorarte”). Final III acto. Sancho Panza, Pedro Recio. Rompelanzas. Secretario y coro general (“¡Muerte, venganza, desolación!”).


Argumento. Acto I. Entrada de un pueblo de Aragón. Los lugareños celebran el día de la patrona [Coro de hombres y mujeres]. Tras un toque de trompeta entran Pedro Recio, el Secretario y Rompelanzas, con un mensaje del Duque anunciando la llegada de un gobernador que le representa y a quien deben mostrar obediencia. El Secretario saca una carta para Pedro Recio en la que el Duque le pone al corriente: Sancho Panza, el nuevo gobernador, es un patán, aunque no del todo torpe; y les recomienda burlarse de él, de manera que crea en su buen gobierno. Será necesario hacerle sentenciar pleitos, dictar leyes, etc. De todo lo que suceda deberán informarle puntualmente.

Vacía la escena,  entra embozado Don César. Sale Lucía temerosa de que puedan ser vistos por Don Diego. Don César confiesa a Lucía su deseo de hablar a Inés, su ama, y entrega una bolsa a Lucía para que calle. Al retirarse la criada, Don César hace una seña y entran varios mozos embozados con guitarras, bandurrias y panderetas y comienzan a cantar una jota [Serenata coreada de Don César]. Don César despide a los rondadores y entabla conversación con Inés que ha salido a la reja. Lucía expresa sus temores de que pueda aparecer el padre de Inés. Don César e Inés, desoyendo las advertencias de Inés sostienen una apasionada conversación.

Llegan Don Diego, Pedro Recio y Rompelanzas, preocupados por quién será el gobernador. El Secretario hace un retrato de Sancho Panza pintándole como villano, bajito y barbudo, agudo en la respuesta, muy dado a los refranes, y que acompaña al caballero andante Don Quijote de la Mancha, ambos huéspedes del Duque. Don Diego ordena que cada cual haga su papel con esmero.

Don Diego se acerca a la casa de Inés y es llamado por Don César que le pide explicaciones y le dice que ama a su hija. Don Diego no le acepta porque cree que se trata de un capricho [Dúo de Don César y Don Diego]. Aparece Inés y su padre le pregunta si ama a Don César. La muchacha pide alguna justificación de la negativa; ningún defecto ni mal encuentra Don Diego en Don César, pero la ordena encerrarse en su cuarto. Don Diego, embozado, lo ha visto todo y jura vengarse. Se escuchan voces y la escena se llena de mozos, soldados y gentes de distinta clase [Final I acto] porque llega Sancho Panza.

Acto II.  Salón del palacio del gobernador. Las gentes vitorean a Sancho Panza [Introducción] y tomándole en volandas le sientan porque ha de impartir justicia, flanqueado por Pedro Recio, el Secretario y Rompelanzas. Toma la palabra Pedro Recio y dice a Sancho que debe juzgar un caso y hace entrar a un Labrador que, después de recibir las caperuzas realizadas por un Sastre, quiere que se le devuelva el paño que para ello le entregó. Sancho sentencia: el Sastre pierde el trabajo, el Labrador el paño y ordena que las caperuzas sean entregadas a los presos. Sancho pide que le den de comer, pero Pedro Recio dice que ha de seguir la audiencia.

Un viejo dice haber prestado a otro diez escudos que no le han sido devueltos. Sancho toma juramento al segundo viejo que dice haber entregado el dinero al primero. Sancho le  deja marchar, pero, al salir, le llama, le pide el báculo y se lo entrega el primer anciano. El hombre no se considera pagado y Sancho, tomando el cayado lo rompe y de su interior salen los diez escudos. Pedro Recio se extraña de que Sancho no castigue al viejo  por jurar en falso, pero Sancho le dice que no hubo tal, pues cuando juró entregó el bastón al otro viejo y al terminar lo recuperó. Sancho vuelve a pedir comida; esta vez es el Secretario quien le recuerda que primero es la obligación.
Portada del libreto impreso

Entran ahora un Ganadero y una Mujer [Terceto de Sancho Panza, una Mujer y un Ganadero]. La mujer se queja de haber sido forzada en un descampado; el hombre afirma que ella consintió a cambio de dinero. Sancho dice al hombre que entregue a la mujer el dinero que lleve encima y a esta la ordena que se marche. Así lo hace y, apenas ha salido, Sancho sugiere al Ganadero que corra a recuperar su dinero, a la fuerza si es necesario. Al instante regresa la Mujer pidiendo justicia y el Ganadero intentando recuperar su bolsa. El hombre reconoce que es imposible quitarla el dinero, ante lo cual es Sancho quien lo hace, entregándoselo al Ganadero. Y dice a la mujer que si hubiera defendido su virtud con la misma fuerza, no la hubiera perdido.  Todos le aplauden de nuevo y Pedro Recio comenta que ya es tiempo de repone fuerzas.

Al salón entran ahora los criados con una mesa magníficamente dispuesta. Tras lavarse las manos, Sancho se dispone a dar buena cuenta de las viandas [Escena de la comida]. Llega el primer plato, pero antes de probarlo, Pedro Recio da orden de que lo retiren porque, como es médico, sabe que estos alimentos son perjudiciales. Sancho monta en cólera y tras una discusión con el galeno, le despide. Apenas se ha sentado cuando suena una trompeta.

El Secretario anuncia correo del Duque .El documento informa de un inminente asalto a la ínsula y de un atentado contra el gobernador. Sancho despacha al correo y, por indicación del Secretario, se dirige a la cocina donde podrá satisfacer sus necesidades.

El Secretario comenta con Rompelanzas y Pedro Recio que el Gobernador es más sabio de lo que parecía, pero les dice que el Duque le ha hecho llegar nuevas instrucciones. Regresa Sancho con un trozo de pan y un racimo de uvas (lo único que ha encontrado en la cocina) y le presentan a Inés que le pide ayuda para encontrar a su amante [Romanza de Inés] tras contar con detalle quién es y lo que le sucede. Sancho ordena que la custodien en palacio. Aparece Don César, presentándose como el esposo de Inés, pero Sancho quiere hablar con el padre de la muchacha. Aparece ahora Don Diego que se enfrenta a Don César. Inés, poniéndose entre los dos, trata de impedir la tragedia [Final II Acto] y Sancho ordena encarcelar a Don César y envía a Don Diego a su casa.

Acto III. Patio del palacio del gobernador. Una mujer intenta tranquilizar a Inés que lamenta su desgracia [Aria coreada de Inés].  El Secretario informa a Inés de que el gobernador ha hablado con su padre y que este sigue negándose, aunque ha exigido que no se conozcan sus razones, que son poderosas y que no puede revelar. Sólo dice que el culpable es Don César. Inés comenta estar dispuesta a entrar en un convento pero no entiende cuál puede ser la razón que tiene su padre. Entra Don César por una ventana y mientras él insiste en su amor, ella le reprocha haberla mentido y se separan desesperados [Dúo de Doña Inés y Don César].

Aparece Sancho, seguido por Pedro Recio y Rompelanzas, y aunque el gobernador se queja de que le tienen a dieta, se presta a dictar normas. Entre ellas, las siguientes: Castigar a quienes “bauticen” el vino; el vino no pagará impuestos; los zapatos han de ser baratos y encajar perfectamente en el pie del que los compre perfectamente.

Pedro Recio accede a que preparen un buen asado si Sancho canta. Naturalmente lo hace [Seguidillas de Sancho], aunque pide discreción a sus oyentes, pues no está bien que todo un gobernador emplee su tiempo en coplas.  

Pedro Recio pide ahora resolver el asunto de Don Diego. Sancho decide que se entregue a Inés a su Padre y que mañana se suelte a Don César. Aparece Don Diego buscando a su hija y Sancho le dice que Don César insiste en su inocencia y está dispuesto a recurrir hasta el mismísimo Rey. Don Diego se encuentra con su hija a la que dice que Don César es el responsable del abandono de su hermana Leonor.

Aparece Don César pidiendo explicaciones, pues ignora de qué se le acusa. Don Diego cuenta que su hija Leonor fue mancillada y, antes de morir, declaró que su atacante fue Don César de Avendaño. Este lo niega y pide pruebas; a ello responde Don Diego con un legajo de cartas que Don César reconoce … ¡como de su hermano!, ya muerto.  Don Diego terminará perdonándole y Sancho, por fin, podrá cenar y a eso marcha.

Todo está preparado. El Secretario ordena que comience el alboroto. Se escuchan voces y Rompelanzas pide a gritos la presencia del gobernador. Sancho sale –no ha podido empezar a cenar– y Pedro Recio le pide que tome un arma y dirija la defensa. Sancho no sabe qué hacer mientras crece el vocerío en la plaza [Final III acto]. Por fin, los vasallos de Sancho gritan haber vencido y vitorean a su gobernador.

Don César comenta que la burla ha sido cruel. Sancho aparece tirando del ronzal de su burro, al que confiesa que se equivocó al querer ser más de lo que es. Y se marcha.

Don César, adelantándose hacia el público, elogia la novela cervantina.

Luis Mariano de Larra
Comentario. Antes de reseñar datos sobre la recepción de La ínsula, conviene dejar constancia de algunas discrepancias sobre la fecha del estreno. Espinós, Sedó y Cortizo se inclinan por el día 23, pero en el libreto manejado este día figura tachado y, sobre él, aparece el número 24. Además en el Catálogo del Teatro Lírico… de la BNE se añade esta nota: “Estrenada en el Teatro del Circo el 11 de diciembre de 1864. La acción en un pueblo de Aragón, en el año 1596. Cerv. C.ª nº 15. Nota manuscrita: Estrenada en el Teatro del Circo el 23 de diciembre de 1864”. Por último, Pérez Capo registra como fecha de estreno el día 28.

Sorprende que Larra incluya al final del libreto, como apunta Cortizo, los textos originales de Cervantes para “contextualizar adecuadamente la acción”, aunque no son los que se usan en la zarzuela ¿No serían otras las razones? Prácticamente desde siempre se ha considerado a Cervantes y a su obra como intocables; cada vez que la figura del Caballero o de algún otro protagonista se ha llevado al teatro, hablado o lírico, se ha mirado con lupa la adaptación, y los cambios, despistes o errores se han castigado con severidad y rigor. ¿No podría ser que Larra quisiera curarse en salud al colocar esas referencias?

María Encina Cortizo ofrece abundante información sobre esta obra[1]:

Tras el éxito de El toque de ánimas[2], el compositor escribe música para una zarzuela en tres actos, La ínsula Barataria, que se pone en escena el 23 de diciembre en el Circo. Sin embargo, el estreno el día anterior en el Teatro de la Zarzuela de Pan y toros, obra emblemática de la producción de Barbieri, impide que la nueva zarzuela de Arrieta y Larra obtenga el éxito deseado.

El libretista pretende llevar a cabo en esta obra un homenaje al escritor de El Quijote, recogiendo así una tradición que había comenzado en abril de 1861 con los actos organizados por la Real Academia Española en el aniversario de la muerte de Cervantes, que habían incluido la puesta en escena en el Teatro del Príncipe de la comedia Don Quijote de la Mancha, obra para la que  el propio Barbieri había colaborado con Ventura de la Vega, escribiendo un bailable, coro y marcha. Y es que la zarzuela recrea el conocido episodio de Sancho Panza en la ínsula Barataria[3], y es tal el respeto a la obra original[4] que en la edición del libreto se adjuntan, a modo de apéndice, los fragmentos de El Quijote imprescindibles para contextualizar adecuadamente la acción, tratando de que la zarzuela sea representada con la mayor dignidad.

Sin embargo, la prensa coetánea fue dura con el resultado literario, dudando El Teatro de que Mariano José de Larra, “el célebre Fígaro, aceptase la paternidad de La ínsula Barataria, aunque no fuese más que por la expresa prohibición de Cervantes de que se tocase a su héroe por presuntuosos y malandrines por no ser carga de sus hombros ni asunto de su resfriado ingenio, a lo que añade el crítico que la obra “está muy lejos de recordarnos a Cervantes; que la fábula dramática desnaturaliza las inimitables situaciones del Quijote; que los tipos han perdido todo su vigor y lozanía y que sólo en esta época ha podido pasar sin un severo correctivo”[5].

Aunque fue interpretada por un excelente reparto [que Cortizo da en nota aclaratoria y que nosotros transcribimos después] y su música era hermosa –incluso populista si pensamos en la jota de D. César o las seguidillas de Sancho–, el gran éxito de Pan y toros concentraba la atención del público, por lo que La ínsula Barataria cayó en inmerecido olvido. Según refiere Julio Nombela en La Política, la obra no es adecuada para el teatro, “no ha habido más que un Cervantes y no puede haber más que un Sancho. Las copias, aunque sean fotografías, pierden mucho, por eso la zarzuela deja bastante que desear, y sobre todo después de verla, se desea que no se descuartice a Don Quijote.


De la amplia cita que acabamos de transcribir, hemos de extraer algunas conclusiones. En primer lugar nos llama la atención que considerando la obra como un homenaje a Cervantes, se estrenara ocho meses después de la fecha en que se celebra el homenaje al escritor, que no es otra que la del 23 de abril. Parece demasiado tiempo. Por otra parte, el año 1861 inaugura los homenajes de la RAE a Cervantes, pero antes había habido zarzuelas quijotescas.


Al margen de especulaciones de este tipo, lo que documenta María Encina Cortizo es que la adaptación fue mala: el redactor de El Teatro lo aclara sin reservas, la acusa de falta de “vigor y lozanía” y pone en duda la autoría de la zarzuela. Nombela, es igualmente tajante y bajo la bandera de que “No ha habido más que un Cervantes y no puede haber más que un Sancho”, sentencia que la zarzuela “deja bastante que desear”. No parece, por tanto, que el fracaso se deba a Pan y toros[6], sino a sus propios deméritos. No está, tampoco, muy claro que Pan y toros, perjudicase tanto a La ínsula como para significar su fracaso; las razones parecen estar más en la propia obra que en otra cosa.

La obra, en la que no aparece  Don Quijote y Sancho es el protagonista-víctima, está compuesta en brillante y sonora versificación y resulta ágil, entretenida y desenfadada.

Un detalle curioso: la fecha en que se desarrolla la acción es anterior, en nueve años, a la de publicación de la novela cervantina (primera parte, 1605) y, todavía más curioso, las referencias al reino de ficción entregado al buen hacer de Sancho aparecen en la segunda parte (capítulos, XLI, LI, LXI,) que se publicó en 1615, es decir 20 años después de la data en que Larra sitúa su libreto. No  tiene mayor importancia, pues el desarrollo de la acción dramática no tiene por qué verse afectado por estas diferencias, pero llama la atención de Luis Mariano de Larra, tan exigente con otros, no lo fuera consigo mismo y alterara la fecha en la que desarrolla su visión del episodio del gobierno de Sancho Panza.


Las primeras reseñas en prensa aparecen en El Contemporáneo del 3 de diciembre de 1864, indicando que “en la función de noche se ofrecerá “La Ínsula Barataria, zarzuela en tres actos, de los señores Larra y Arrieta. En La Ínsula Barataria el protagonista es naturalmente Sancho Panza, figurando también otros personajes de la inmortal novela que admira el mundo, pero Don Quijote no aparece en ella”. Este anuncio vuelve a poner en cuestión la verdadera fecha del estreno. Debe ser también un error

El día 26 de diciembre, La Época, publica un comentario, sin firma, sobre la zarzuela:

Con muy buen éxito se puso en escena en el Teatro del Circo una zarzuela en tres actos y en verso titulada La Ínsula Barataria, original de nuestro querido compañero y amigo D. Luis Mariano de Larra; por este motivo nos abstenemos de emitir juicio alguno de una producción acogida favorablemente por el público, que aplaudió algunas escenas muy sentidas y versificadas con facilidad y galanura; hizo repetir una serenata del primer acto y llamó al final del segundo al Sr. Larra y a los autores de la música, que lo son el Sr. Arrieta y sus discípulos[7], los cuales no se presentaron por no hallarse en el teatro. Creemos que La Ínsula Barataria dará muy buenas entradas al coliseo de la plaza del Rey.
Inútil es decir que toda la concurrencia ha sido inmensa, lo mismo en las funciones de la tarde que en las nocturnas.

Este mismo comentario es reproducido el día 29 en La Esperanza. Dos días antes ha aparecido en La Iberia este suelto casi telegráfico:

En el Circo se ha estrenado con lisonjero éxito, La ínsula Barataria, letra del señor Larra con música del señor Arrieta y varios de sus discípulos. Los actores han estado acertados, distinguiéndose Obregón y la Toda.”
J.P.M.



[1] M.E. Cortizo. Emilio Arrieta. De la ópera a la zarzuela. ICCMU. Oviedo, 1998. p. 334.
[2] El toque de ánimas, zarzuela en tres actos y en verso, escrita por Darío Céspedes. Se estrenó en el Teatro del Circo el 26 de noviembre de 1864.
[3] A pesar de que se trata de un lugar ficticio, los expertos lo han situado en el pueblecito aragonés de Alcalá de Ebro, que al estar rodeado por este río es “casi” una isla.
[4] Se refiere al texto cervantino, pero no se olvide la inclusión de personajes ajenos al Quijote.
[5] La referencia de Encina Cortizo es: “Revista de teatros”, El Teatro, Año I, nº 12, 29-XII-1864, pp.7-8.
[6] Pan y toros, zarzuela en 3 actos de José Picón, con música de Barbieri que se estrenó el 22 de diciembre de 1864 en el Teatro de la Zarzuela.
[7] Parece que intervino Manuel Fernández Grajal (Adriana Cristina García García. “Los compositores Manuel y Tomás Fernández Grajal y su afán por instaurar un género operístico español en la segunda mitad del sigo XIX”): http://www.elcantodelamusa.com/docs/2012/abril/doc1_loscompositores.pdf.


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