sábado, 3 de noviembre de 2018

Don Quijote hindú.


Kijote Kathakali. Teatro musical con danzas. Compañía Margi de Trivandrum (India). Dirección escénica: Ignacio García. Auditorio Nacional de Música, Sala de Cámara, 2 de noviembre de 2018.


El cuadragésimo sexto ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música, organizado por el Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música (CSIPM), de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM),  ha ofrecido un espectáculo novedoso, sorprendente, original y atractivo, gracias a la tenacidad y al apasionamiento de Begoña Lolo, directora del CSIPM. Me refiero a  la representación de algunas partes del Quijote a cargo de una compañía de teatro tradicional hindú.

Don Quijote y Sancho Panza
El Kathakali es una forma teatral nacida en el siglo XVII (contemporánea por tanto de la novela cervantina) para llevar al público las grandes epopeyas del Ramayana y del Mahabharata, a base de un variadísimo abanico de gestos y expresiones faciales, de pantomimas, de danzas coreográficamente sencillas y de música de base tradicional. El espectador tiene ocasión de contemplar vestuarios espectaculares y coloristas (los colores tienes significados concretos), a base de trajes y máscaras impresionantes.  Aunque no está al alcance del espectador, la preparación de una de estas representaciones, fundamentalmente la parte de maquillaje, sigue un complejo ritual, que puede llegar a las seis horas de duración, en el que el actor no sólo es maquillado y vestido, sino que a través de estas liturgias se imbuye de la identidad del personaje. El desarrollo es sencillo, los cantantes presentan el texto de lo que va a suceder y los actores lo interpretan a base de gestos de las manos (es impresionante el “repertorio” de movimientos y figuras disponible), de la cara (ojos y labios, fundamentalmente) y de movimientos pantomímicos muy expresivos. En el caso de Kijote Kathakali, se incluye además una voz en off (la de José Sacristán) y la proyección de unos pequeños textos que identifican cada una de las escenas y ayudan al espectador a seguir el desarrollo de la acción. Todo este teatro es interpretado sólo por hombres, que, como es natural, se hacen cargo de los papeles femeninos si la obra lo requiere (en este espectáculo el de Dulcinea).


Esta producción la forman diez escenas en las que asistimos al nacimiento de Don Quijote, como resultado del sueño y la imaginación de Alonso Quijano, a la búsqueda de su escudero y de su amada Dulcinea, a la aventura de los molinos, a los enfrentamientos con el Caballero del Bosque y el de los Espejos, y a la muerte de Alonso Quijano en su pequeño lugar manchego.

La riqueza visual es impresionante. Los personajes quijotescos, con su vestuario de llamativas  vestimentas a base de telas almidonadas para dar más fuerza a las figuras, los maquillajes detallados y significativos y unas máscaras espectaculares donde brillan el oro y las gemas, contrastan con la sobriedad del Alonso Quijano. La gestualidad sorprende por la variedad de los gestos, por la expresividad de las manos y la cara y por la extraordinaria coordinación con la música interpretada.

El soporte sonoro corre a cargo de dos cantantes que interpretan música basada en la tradición popular, en la que hemos escuchado algunos momentos que nos recuerdan ciertas cadencias flamencas (hay teorías de que el flamenco tiene su origen en Oriente). En los intermedios me pareció escuchar también algunos sonidos occidentales. La parte instrumental está a cargo de dos percusionistas que tocan un chenda (tambor vertical que se percute con baquetas) y un maddalam (tambor con dos parches, que ofrecen sonidos diferentes y que se toca en posición horizontal y con las manos) y que ofrece gran variedad de ritmos y dinámicas. 
Alono Quijano

Creo que Kijote Khathakali satisfizo al público que llenaba la Sala de Cámara. Quizá lo que más impresionó fue la escena de la muerte de Alonso Quijano. ¡Extraordinaria! Cuando el personaje exhaló el último suspiro se produjo un silencio increíble en la sala; un silencio respetuoso, intenso y largo, sobre todo largo. No recuerdo otro concierto o representación donde esos segundos de silencio que siguen al último sonido del programa hayan sido tantos.

Aunque alejado de la estética occidental Kijote Kathakali ha sido una experiencia artística muy atractiva y es de justicia dejar constancia de quienes la hicieron posible: Nelliyode Vishnu Vasudevan Namboodiri (como Alonso Quijano); Velayudhan Nair Vijayakumaran Nair (Sancho); Chenganakattil Pratheebukumar (Don Quijote); Chavacorde Sahadevan Sureshkumar (Carretero); Kuttan Pillai Balakrishna Pillai (Rakshasa y León); Udayasimhan Parthasaradhy (Dulcinea); Kizhakkekkara Bala Subramanian (Carrasco, Caballero de los Espejos y Caballero de la Blanbca Luna). Los músicos fueron: Krishnapillai Sreedheran Sankarankutty Karnavay y Kalamandalam Krishna Kumar, canantes; Tharakathu Krishnadasan, chenda y Sadanandan Raveendran, maddalam. El maquillaje estuvo a cargo de Krishna Pillai Raveendran Nair y  Madhavan Achari Sreekumar, y el vestuario fue de Raghavan Gopan.

La dirección y dramaturgia se debió a Ignacio García; el libreto (en Kathakali tradicional) al Dr. P. Venugopalan; la directora asociada fue Mónica de la  Fuente, que también se encargó de la coreografía junto al Dr. P. Venugopalan; la iluminación de Juanjo Llorens y la composición musical de Ignacio García y la compañía Margi.

José Prieto Marugán

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