viernes, 28 de mayo de 2021

Rodolfo Halffter. Tres epitafios, Op. 17

 

Obra para coro mixto a capella, a cuatro voces[1], de extrema sobriedad, como corresponde a un epitafio. Está distribuido en los siguientes movimientos:

 ·       “Epitafio para la sepultura de Don Quijote”, que alterna pasajes imitativos y homofónicos. Recuerda a un antiguo romance castellano.

·       “Epitafio para la sepultura de Dulcinea”, con un solo destacado en la sección central.

·       “Epitafio para la sepultura de Sancho Panza”, ejercicio de contrapunto y cierto sabor popular.

Carlos José Costas, redactor de las notas al programa de la IX Semana de Polifonía y Órgano, celebrada en Ávila (10-16 julio 1978), escribe. "Son tres los Epitafios para coro a capella que estrena Rodolfo Halffter en Washington en 1958[2]. Es obra, por tanto. del "Halffter de América", definido así por Adolfo Salazar, para separar su etapa inicial en España. Y aunque para la fecha de su estreno el compositor ya se había adentrado en el mundo de la música serial, mantiene en esa obra su trayectoria anterior, vinculada a Falla, con el que coincide en la preocupación e interés por los temas cervantinos".

El primero de estos epitafios fue escrito en 1947, por encargo de la Editorial Mexicana de Música y la revista Nuestra Música, y dado a conocer el 27 de octubre del mismo año en el Palacio de Bellas Artes, de México, interpretado por el Coro de Madrigalistas, bajo la dirección de Luis Sandi. El estreno de todo el conjunto lo llevaron a cabo los mismos intérpretes en el mismo lugar, el 27 de julio de 1954.  Duran algo más de seis minutos. J.P.M.

 



[1] La partitura incluye piano, aunque se indica que es sólo para los ensayos.

[2] Parece que esta fecha no corresponde, exactamente, a la del estreno,

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