viernes, 7 de diciembre de 2018

Miguel Magdalena. En un lugar del Quijote.




Versión teatral libre de la novela cervantina realizada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España, en coproducción con Ron Lalá. Se estrenó el 19 de diciembre de 2013, en el Teatro Pavón de Madrid, y ha sido representada en varios otros lugares.

Con dirección de Yayo Cáceres, fue interpretada por  Juan Cañas (Cervantes, Niño, Pastor, Ama y Duquesa), Íñigo Echevarría (Don Quijote de la Mancha), Miguel Madgalena (Barbero, Vizcaíno y otros personajes) y Álvaro Tato (Cura, Sansón Carrasco y otros). El equipo técnico lo formaron:  Miguel Ángel Camacho (Iluminación), Curt Allen Wilmer (escenografía) y Tatiana de Sarabia (vestuario).

Fue responsable de la música Miguel Magdalena, que empleó además de las voces de los protagonistas, la guitarra, sintetizadores y otros elementos electrónicos, además de pequeña percusión y algún instrumento infrecuente, como el serrucho .

Durante casi toda la representación hay lo que podemos llamar música ambiental, pero además se ofrecen canciones de distinta entidad y duración que resaltan momentos determinados de la historia. Sin que podamos hablar de ellas en el sentido del teatro lírico, podemos citar la intervención de Cide Amete, los ovillejos (que añaden una estrofa original de esta producción), un simpático número dedicado a los refranes en boca de Sancho, una canción dedicada a la Edad de Oro, otra al yelmo de Mambrino-bacía de barbero y una música de danza, sobre la que Don Quijote ofrece un recitativo. Estos fragmentos se refieren a la primera parte de la novela.

La música relacionada con la segunda parte se abre con un recitativo en la salida de Don Quijote, siguen un número instrumental sobre la pelea de Sansón Carrasco y el Caballero, unas coplas sobre el libro del Quijote y otras alusivas a la llegada a la corte de los Duques, un alegado de Sancho como gobernador, una referencia a uno de los procesos judiciales protagonizados por el escudero, la batalla  y despedida de Sancho de Barataria, y unas coplas finales que justifican la ausencia de otras aventuras de la novela. J.P.M.


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