martes, 20 de abril de 2021

Federico Moreno Torroba. Aventuras y desventuras de Don Quijote.

Compositor y empresario español (Madrid, 1891–1982). Hijo del también compositor José Moreno Ballesteros, desde niño sintió inclinación por la música y se dedicó a ella con intensidad a lo largo de su dilatada vida. Estudió con Conrado del Campo y uno de sus primeros estrenos fue La ajorca de oro, poema sinfónico interpretado por Arbós y la Orquesta Sinfónica de Madrid en 1918. Aunque siempre cultivó la música instrumental, (sus obras para guitarra figuran entre las mejores del repertorio),  desde 1924 empezó a trabajar en la música de escena, la zarzuela, en la que nos ha dejado ejemplos fundamentales del género: La marchenera (1928), Luisa Fernanda (1932), Monte Carmelo (1939), o La chulapona (1934). Fue también empresario y director de compañías de zarzuela, y director de la Sociedad de Autores.

 

Su ballet sobre el Quijote, se tituló inicialmente Aventuras y desventuras de Don Quijote, y se estrenó en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid el 4 de noviembre de 1964, con coreografía de Luis Pérez Dávila, “Luisillo” (que hizo además, el papel de Sancho Panza), figurines de Carlos Vidiaurre, decorados de Vidiaurre y Cortezo, dirección de coros de José Perera y dirección musical de J.R. Azagra.

 El compositor en su autocrítica[1] expresaba:

“Mi partitura fue escrita con el máximo entusiasmo y, claro está, no he tratado de poner música al Quijote, sino tan solo subrayar líricamente la acción de algunos episodios y resaltar coreográficamente otros. Para eso me he apoyado en algunos temas populares, aun no siendo característicos de la región manchega, porque su carácter cadencioso y rítmico me parecían aplicables al ambiente, y tanto estos como algunas otras danzas, tonadas, zarabandas y melodías cortesanas han sido elaboradas y zurcidas por mi, a través de los seis episodios de que consta el “ballet”, con el mejor deseo. Confío en haber podido interpretar  fielmente el espíritu  de la obra inmortal y haberla servido con humildad, y que quienes oigan mi partitura la encuentren adecuada a su altísima motivación”.

 Enrique Llovet, al día siguiente, expresaba sus opiniones en ABC[2]:

 “Aventuras y desventuras de Don Quijote es una pieza de corte tradicional que, en seis estampas, trabaja muy bien el riquísimo fondo de los temas populares. Quiero decir que, a mis cortas luces musicales, lo que Moreno Torroba ha hecho es tratar seis estampas singulares en la vida de Don Quijote. Cinco de ellas tienen, sobre todo, mucha sustancia popular. Pero el “ballet”, la concepción y la intención del “ballet”, está en el cuarto episodio, único del que es eje Don Quijote.

Espectacularmente ya me atrevo a decir algo más. El tema es tratado con puerilidad y buena intención. Don Quijote se evapora. Todo lo que le rodea, el gran fresco manchego, los vendimiadores, los galeotes, las visiones, las danzas del Corpus, la Corte de los Duques y los pescadores catalanes tiene gracia popular. Lo que no está es el tema de Don Quijote. Ni Don Quijote. Ni siquiera Sancho. Moreno Torroba ha estructurado su “ballet” con la norma de aquellos grandes repasos históricos –la norma inolvidable de la inolvidable Ludmila–, pero, en la práctica, las notas impresionistas han sustituido a la danza. Y hoy el “ballet” puede ser impresionismo y composición plástica. mimo y pantomima, pero tiene que ser, además, danza. Luisillo no danza en Aventuras y desventuras de Don Quijote. Su coreografía es una cadena de expresividades, resúmenes y estilizaciones, generalmente bella y cuidada. Pero falta el núcleo central. Ello en cierta manera, produce la impresión de que las Aventuras y desventuras de Don Quijote están más cerca del teatro que del baile puro. Del baile hay, por supuesto, los dos pilares sólidos y prácticamente exclusivos de nuestra escuela: la línea del bolero y la línea del fandango, arregladas y suplementadas por la gracia madrileña de Moreno Torroba y por ciertos hallazgos netamente populistas de Luisillo.

Sonaron los coros con la tradicional pulcritud de Perera. Sonó firme y segura la orquesta bajo la batuta de Azagra. Conchita Antón, Carmen Aracena y Nuria Ranz, compartieron con Acosta –un Don Quijote fúnebre, pero noble– y Luisillo, Sancho pantomímico, el peso de la representación.”

 

Una escena del ballet.

En 1970 se representó en Helsinki, con el título abreviado de Don Quijote, en la Suomen Kansallisooppera, siendo recibido favorablemente.

En 1982, se presentó una nueva coreografía de Luisillo de este ballet en  seis episodios y un epílogo. No tenemos constancia de que la partitura fuera revisada por el compositor, pero el estreno tuvo lugar  el 12 de julio de 1982 en Ciudad Real, con los bailarines Paco Morell y Juan Mata, en los papeles de Don Quijote y Sancho, respectivamente. También se vio en el Teatro de la Zarzuela.

De la crónica  escrita por Alfonso Castro sobre esta reposición entresacamos los siguientes comentarios[3]:

"Es Don Quijote la obra de danza española de más larga duración. Ha sido concebida para ofrecerla al público como única obra de programa, sin necesidad de ir conjuntamente con otras. Mas de hora y media [la versión en disco dura unos 50 minutos] ininterrumpida, lo que le da unas ciertas características innovadoras de gran obra, "de ópera maestra" nacional. Es también el montaje más caro del Ballet Nacional. El creador de la coreografía, Luisillo, manifestó que era la obra que deseaba hacer en su vida ". … "En siete partes ha dividido Luisillo su obra, escenificando algunos de los pasajes más significativos del texto cervantino. Seis episodios y un epílogo, que lo recorren de principio a fin: Los molinos de viento, la externa alucinación de don Quijote; Los galeotes, episodios universalmente considerados como la parábola de la humana ingratitud; Hay que salvar a Don Quijote (¡salvarle!), la famosa conjura del cura y del barbero para encerrar a Don Quijote en la jaula de la carreta de bueyes; Dulcinea, el conjunto ideal de todas las perfecciones que se pasean por la mente de Alonso Quijano; Altisidora, la princesa que embauca a Don Quijote fingiéndose enamorada de él; Vencido sois, caballero, la mayor de todas las derrotas, la que más pesadumbres le dio a Don Quijote, la que le llevó de Barcelona a La Mancha directamente al lecho de la muerte, y, por último, el epílogo, Vivir, soñar, morir ".

Luisillo declaraba días antes del estreno de esta nueva reposición:

"En realidad he hecho una obra de teatro interpretada por bailarines, en vez de por actores. Efectivamente, Don Quijote, es una obra de ballet narrativa, absolutamente entendible. Con una gran profusión de gestos, mímica, expresión corporal, de movimientos, a la que sólo falta poner la palabra".

 

Antonio Fernández-Cid escribió:

 

“El maestro Moreno Torroba ha escrito una música muy jugosa, donde no falta la cita al folklore popular manchego, representativo de una región y un ambiente, introduciendo la novedad de incluir un coro (en un ballet) que a veces canta “a capella”, con la impronta de nuestra mejor polifonía.

La música de Federico Moreno Torroba [ofrece] una especie de poema sinfónico, de tinte neorromántico […] descriptivo como un paisaje, dividido en seis episodios cruciales en la vida del caballero andante y de Sanch Panza.

[…]  la partitura extensa y ambiciosa de Moreno Torroba es el fruto de un maestro que sabe orquestar, conoce y domina el capítulo de la instrumentación y el tratamiento de las voces[4]”.



En las notas incluidas en la grabación discográfica que se hizo de esta obra, el propio compositor dejó escrito:

 "Atraído irresistiblemente por la inmortal ejemplaridad del Caballero de la Triste Figura, he concebido un espectáculo, danza, mímica y vocal, que con la admirable añadidura de una coreografía montada por "Luisillo" he dedicado al Ballet Nacional, dirigido por el genial Antonio. No he prescindido de los materiales técnicos que sustentan mi modo de crear, y en lo que puede definirse como inspiración, el remanso lírico de la llanura manchega, llegando hasta el jubiloso ritmo de una jota. Y en lo dramático, en el ocaso de la aventura de Alonso Quijano, los temas de ambiente popular ilustran vocalmente el discurso musical de esta mi obra, que he escrito con la devoción y respeto que merece el prodigioso tema cervantino".

 Aunque en la grabación discográfica existente (por la Orquesta Sinfónica de Praga, para Discos Columbia), no figura nombre alguno, hay que destacar la presencia de un coro, al que Moreno Torroba ofrece cierto protagonismo, ya que en el episodio IV, canta, incluso, a capella. José Prieto Marugán



[1] ABC, 4-11-1964.

[2] E. Llovet. “Estreno del “ballet” Aventuras y desventuras de Don Quijote, en la Zarzuela. ABC, 5-11-1964.

[3] A. Castro. "El Ballet Nacional Español incorpora a su repertorio la obra Don Quijote", en El País, 16-7-1982.

[4] A. Fdez-Cid. “El Nacional Español estrenó “Don Quijote” de Moreno Torroba”, en ABC, 9-10-1982. Extraído de

Walter Aaron Clark y William Craig Kraus. Federico Moreno Torroba. Una vida musical en tres actos. ICCMU. Col. Música Hispana. Textos. Biografías. Madrid, 2020, pág. 259.

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