jueves, 22 de abril de 2021

José Buenagu. Pensares de Rocinante.


 Ópera de cámara en un acto escrita por Justo Merino y estrenada en el Auditorio Nacional de Música (Madrid), Sala de Cámara, el 24 de abril de 2015.

Personajes e intérpretes del estreno: Marina Pardo, mezzosoprano (Obdulia). Pilar Jurado, soprano de coloratura (Dulcinea). Alfredo García, barítono (Rocinante). Miguel Mediano, tenor (Sancho). Jerónimo Marín, barítono (Alonso).

En el libreto, los personajes tienen una descripción que puede ayudar a entender su particular idiosincrasia: Obdulia, intelectual con presencia escénica y notable personalidad; Dulcinea, moza atractiva, desenvuelta y de alocado dinamismo; Rocinante, delgado pero de complexión atlética, de dinamismo equilibrado; Alonso, figura alta y angulosa, carácter imprevisible por exaltado; Sancho, grueso y de modesta estatura, carácter sincero, abierto y rural; El Gaitero (sin intervención lírica), de indiferente físico, actor instrumentista de gaita o dulzaina.

 

Alfredo García y José Buenagu

En el libreto, los personajes tienen una descripción que puede ayudar a entender su particular idiosincrasia: Obdulia, intelectual con presencia escénica y notable personalidad; Dulcinea, moza atractiva, desenvuelta y de alocado dinamismo; Rocinante, delgado pero de complexión atlética, de dinamismo equilibrado; Alonso, figura alta y angulosa, carácter imprevisible por exaltado; Sancho, grueso y de modesta estatura, carácter sincero, abierto y rural; El Gaitero (sin intervención lírica), de indiferente físico, actor instrumentista de gaita o dulzaina.

Números musicales. Aunque se trata de una ópera (que en algún momento tiene partes habladas), los números musicales indicados en el libreto son los siguientes: Aria de Sancho (“Ave solitaria y emblemática”). Aria de Obdulia (“En tu condición y en mi presencia”). Dúo de Obdulia y Rocinante (“En toda obra humana”). Dúo de Alonso y Sancho (“Ventura fue la nuestra”). Aria de Alonso (“Sencillamente ser soñador”). Rock de Dulcinea (“Serénese, que volverá”).  Aria de Rocinante (“Es mi señor, es mi señor”). Final. Sevillanas (“¡A Sevilla que nos vamos a Sevilla!”).

Argumento. Sancho lamenta lo caro que está el mercado cuando Obdulia presenta a Rocinante, esquelético y desmadejado, aunque tiene la potestad de hablar. Obdulia señala que Rocinante tiene hambre y Alonso contesta que es porque quiere: un caballo come hierba y ahí la hay. Sancho también interviene en defensa del caballo y la vista majestuosa de un águila, le inspira para cantar [Aria de Sancho].

Alonso y Obdulia se retiran y Rocinante entabla conversación con Sancho, señalando su disconformidad con alguna de las ideas escritas por Cervantes. Sancho defiende las actuaciones de Alonso, recomienda a Rocinante que no proteste tanto y se marcha. Rocinante queda solo y recuerda su pasado quejándose.

Vuelve Sancho con una cuerda y, al echársela al cuello a Rocinante, Obdulia le llama la atención por intentar atar a una criatura tan noble. Sancho obedece. Obdulia canta al caballo [Aria de Obdulia].

Rocinante pregunta si es importante que él hable o cante [Dúo de Obdulia y Rocinante] y recuerda los malos momentos pasados, entre ellos el rechazo que sufrió con unas yeguas.

Alonso recrimina a Sancho que se deje ordenar por Obdulia, recordando sus experiencias, como la de Sierra Morena, la carta a Dulcinea… [Dúo de Alonso y Sancho]. 

Entra Dulcinea y se dirige a Alonso con modos chulescos y barriobajeros, burlándose de él. Alonso nada entiende y sigue viéndola como a su dama imaginada. Aparece Rocinante quejándose de que tiene hambre. Entra Sancho con bebidas y queso y Rocinante se acerca a la mesa, ante el enfado de Alonso. Sancho intenta llevarse al caballo que le da una patada, aunque termina retirándose.

Alonso cree que Obdulia le engaña con algún truco, pero esta comenta que Rocinante puede hablar porque es inmortal, como lo son Alonso, Sancho y Dulcinea, mientras que ella es sólo un soñador/soñadora [Aria de Alonso].

Alonso pregunta por su lanza y Sancho le entrega una fregona con la que nada puede hacer mientras le falte su caballo. Dulcinea trata de calmarle [Rock de Dulcinea]. Aparece Rocinante, alegre por volver junto a su dueño [Aria de Rocinante].

Alonso se sorprende del prodigio de que su caballo, en efecto, hable y piense. Todos, alegres piensan en ir a la Feria de Sevilla. Montan en un coche y mientras cantan, Obdulia les despide agitando las manos [Final].

Cartel del estreno.

 Comentario. Ópera encargada por el Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música (CSIPM) de la Universidad Autónoma de Madrid, responde al concepto de “ópera de cámara”. De unos 80 minutos de duración, intervienen en ella cuatro personajes cervantinos trasplantados a la actualidad, a los que se une Obdulia, antiguo maestro de escuela en El Toboso, hoy travestido. Quizá lo más sorprendente sea, no sólo que Rocinante protagonice una obra musical quijotesca, sino que además hable. Junto a ellos Alonso (trasunto de Don Quijote) y Sancho. Por último, Dulcinea, que interviene sólo al final, se presenta como una roquera moderna y pasota. La presencia de la inmaterial amada, y otros detalles, dan comicidad a la historia de manera que bien podríamos decir que estamos ante un “juguete” e incluso una “ópera bufa”, términos que se aproximan más a la naturaleza de la partitura que el de “ópera de cámara”, que tiene que ver más con el tamaño y los recursos.

Con estos ingredientes y una orquesta formada por cuerdas, maderas, metales, percusión, tres guitarras eléctricas, una clásica amplificada y una gaita o dulzaina, se forma una partitura de una decena de números de variados estilos estructurada en tres escenas y que ofrece, según los autores escriben en el programa de mano del estreno:

 novedosas aportaciones que son de indiscutible atractivo intelectual y, por ende, de alcance tanto social como artístico. Piénsese en lo insólito de que los cuatro personajes rescatados de la universal novela se vean compartiendo escenario hoy bajo la esencia de humanos reencarnados y situados en  nuestro siglo XXI”.

José Prieto Marugán.

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