miércoles, 1 de abril de 2020

Miguel Asíns Arbó. Don Quijote en el Toboso.


Don Quijote en el Toboso, es un poema sinfónico, compuesto en 1980 gracias a una Beca a la Creación Musical otorgada por la Fundación Juan March. La obra dura unos dieciocho minutos y emplea una amplia plantilla orquestal: dos flautas y flautín, dos oboes y corno inglés, dos clarinetes y clarinete bajo, dos fagotes y contrafagot, cuatro trompas, cuatro trompetas, tres trombones y tuba, timbales, percusión, vibráfono, xilófono, campanas, arpa y cuerda.

Según el resumen del autor, escrito en la partitura que se conserva en la Fundación Juan March, la obra se basa en los capítulos VIII, IX y X de la segunda parte, que tienen que ver con el viaje de Don Quijote y su escudero a El Toboso, para postrarse a los pies de Dulcinea. En este mismo documento, el autor deja constancia del programa y desarrollo de su obra, y recuerda citas exactas de la obra cervantina:

Se inicia la obra con un diseño de carácter épico en la trompa, que conduce al tema principal que caracteriza a Don Quijote y Sancho, formado de tres frases distintas: las dos primeras de carácter rítmico–armónico, las cuales sirven de complemento a la tercera, la más importante, que en estilo de marcha describe las hazañas de Don Quijote y los donaires de Sancho.
Aparece un diseño que representa el largo camino que recorren nuestros héroes por el desolado paisaje de la estepa manchega; “En fin, otro día al anochecer descubrirán la gran ciudad del Toboso…” . Efectivamente, la flauta nos lo anuncia.
Abrigando sentimientos muy diferentes Don Quijote y Sancho descansan entre unas encinas cerca de El Toboso y llegada la hora, “Media noche era por filo…”, entran en el lugar.
Don Quijote no repara en los mil ruidos nocturnos llevado de la locura de su amor cuyo tema expone la flauta.
Sancho, ante los apremios de su amo, no sabe cómo mantener sus embustes. Ahora dan con la iglesia principal del pueblo. Dialogan, y acierta a pasar un labrador con dos mulas y un arado cantando un viejo romance:
                        Mala la hubistes, franceses
                        La caza de Roncesvalles…
La melodía de la canción se expone en el corno inglés.
Finalmente, caballero y escudero acuerdan esperar la llegada del día para que Sancho volviera a la ciudad con la embajada.
El nuevo día se anuncia brillante en la orquesta con un diseño arpegiado en la cuerda y un tema de carácter pastoril, alternando con otra frase conocida.
“Anda hijo y no te turbes cuando te vieres ante la luz del sol de la hermosura…”, dice Don Quijote a su embajador. El tema del amor se hace más insistente, sin embargo, el pícaro Sancho decide “encantar” a Dulcinea: ha visto a tres labradoras montadas en tres pollinos que le dan la idea. Oímos el trotecillo en el pizzicato de los cellos.
Amo y criado se prosternan ante las atónitas labradoras que no entienden las versallescas actitudes. “¡Oh, Princesa y señora universal del Toboso! ¿Cómo vuestro magnífico corazón no se enternece viendo arrodillado ante vuestra sublimada presencia a la columna y sustento de la Andante Caballería?”.
La aldeana–Dulcinea va al suelo “en un córcobo[1] de la pollina” y cuando el confuso caballero pretende levantarla, ésta, en una veloz carrera vuelve a montar de un salto increíble saliendo disparada con sus dos doncellas, desapareciendo en pocos instantes.
El enamorado Don Quijote lamenta su infortunio ante el encanto de Dulcinea, pero la realidad de los hechos no tiene importancia ante la fuerza de sus ideales que le llevarán a emprender nuevas aventuras. Don Quijote siempre vence a Sancho como el espíritu a la materia.
J.P.M.
Refer: CDMyD.


[1] RAE. “Córcovo: Salto que dan algunos animales encorvando el lomo”. La forma “córcobo”, debemos considerarla anticuada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario