En el catálogo de la obra
de Barbieri, incluido por Emilio Casares en su biografía del músico madrileño[1], figura esta entrada: “Libera
me Domine, responsorio a cuatro voces solas. 1873. Edición Salterio
Sacrohispánico. Manuel Salvat. Barcelona: posteriormente Ildefonso Alier”. El
propio Casares, en el primer volumen de esta obra dedicado a “El hombre y el
creador”[2], escribe:
El
23 de abril de este 1873 se estrena en la iglesia de las Trinitarias, y bajo la
dirección del propio Barbieri su responsorio Libera me Domine, a cuatro voces solas, “para las honras de
Cervantes y dedicado a la Real Academia Española”. Fue el político y amigo de
Barbieri Cándido Nocedal el que se ocupó siempre de la participación musical de
Barbieri en estas honras fúnebres que se hicieron durante varios años: “Estoy
como todos los años encargado de la música, o sea de entenderme contigo, que
eres el elegido de la Academia [le dirá en una carta de este año]. La obra se
movía en el más puro romanticismo, con un fuerte sentido homofónico y vertical,
pero manejando con soltura los momentos polifónicos, lo que la enraíza con la
vieja escuela española.
escrito
para los funerales de Cervantes[4], se oyó en los del malogrado Rey D. Alfonso
XII en la iglesia de San Francisco el Grande, sin que desmereciera al lado de
las obras de Robledo, Lobo, Victoria, Tafalla y Eslava, glorias del arte
patrio, que en tan triste ocasión se cantaron, dirigidos por el mismo Barbieri.
El propio Esperanza y
Sola, en la crónica que escribe para La Ilustración Española y Americana (15 diciembre 1885), comentando la parte musical de
las exequias reales celebradas en la madrileña basílica de San Francisco el
Grande comenta:
El
triunfo supremo del Arte, ha escrito un profundo pensador, es la mayor
transparencia posible de la idea a través del signo más armonioso, ya sea ese
signo piedra o madera, color o sonido... porque todo arte, como la palabra,
necesita ser expresión de una idea. Tales palabras pueden, con sobrada
justicia, aplicarse al Dies irae, a
fabordón, del maestro Eslava, y al Libera
me, de Barbieri, que con una Lección del
Oficio de difuntos del señor Ovejero, melódica y correctamente escrita en el
estilo moderno, completaron[5] la grave y sentida manifestación del
arte patrio ante la tumba del Rey Alfonso XII. De esas composiciones puede
decirse lo que respetable crítico escribía a propósito de las obras del gran
Palestrina: con ellas han sabido sus autores despertar en los oyentes, grandes,
profundas y vagas sensaciones, que parecían causadas por objetos de un mundo
desconocido o por un poder superior a la humana imaginación...
En el mismo artículo y
con referencia a la interpretación, el crítico destaca que:
el
Sr. Barbieri ha respondido en un todo a lo que de él podían y debían esperar
los amantes del Arte, tanto en la elección de la música y en su combinación con
el severo canto llano, como en la dirección de ella, que ha estado a la altura
de la reputación que goza con sobrada justicia.
En 1994 fue interpretada
por el Coro Nacional de España; en tal ocasión Antonio Fernández–Cid escribió
en ABC[6]:
Ni
el motete Versa est in luctum, ni,
menos, el responso Libera me Dómine, –
¡qué difícil conseguir relieve en algo con precedentes de ejemplos tan
grandiosos! – pasan de ser las obras de un músico sólido, porque Barbieri lo
fue magnífico, pero aquí no en su mundo creador, sin duda el madrileñista
lírico.
A pesar de la opinión de
Fernández–Cid, parece que esta obra, curiosa, por lo alejada, en efecto, del
tipo de música cultivado habitualmente por el compositor madrileño, merecería
ser revisada y quizá dada a conocer en nuestro tiempo. Barbieri, que tenía
mucho interés en la música religiosa española del pasado y en la que era un
erudito, bien pudo escribir siguiendo los estilos de nuestra antigua polifonía,
con lo cual, y como viene siendo reconocido en nuestro tiempo cada día con más
fuerza, podríamos estar ante una composición de buen nivel. J.P.M.
[1] Emilio Casares. Op. Cit. Vol. 1, pág. 472.
[2] Emilio Casares. Op. Cit. Vol. 1, pág. 320.
[3] José M. Esperanza y Sola. 30 años de crítica musical. Est. Tip. de la viuda e hijos de Tello. Madrid,
1906. Vol. II, pág. 118.
[4] Se refiere, evidentemente, a los celebrados entre los
actos conmemorativos del aniversario de su muerte, no a los verdaderos
funerales del escritor.
[5] En la ceremonia religiosa se escucharon, además, Invitatorio, de Melchor Robledo; Credo quod Redemptos, de Alonso Lobo; Misa de difuntos, de Tomás Luis de
Victoria, Domine, ne in furore tuo, salmo
de Andrés Lorente, y dos obras de Pedro Tafalla: Quiz Lazarum resucitasti y Requiescat.
[6] A. Fernández–Cid. “Polifonía románica española, por el
Coro Nacional”, en ABC, 23–4–1994,
pág. 97.
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