jueves, 26 de marzo de 2020

Francisco Asenjo Barbieri. Libera me Domine.


En el catálogo de la obra de Barbieri, incluido por Emilio Casares en su biografía del músico madrileño[1], figura esta entrada: “Libera me Domine, responsorio a cuatro voces solas. 1873. Edición Salterio Sacrohispánico. Manuel Salvat. Barcelona: posteriormente Ildefonso Alier”. El propio Casares, en el primer volumen de esta obra dedicado a “El hombre y el creador”[2], escribe:


El 23 de abril de este 1873 se estrena en la iglesia de las Trinitarias, y bajo la dirección del propio Barbieri su responsorio Libera me Domine, a cuatro voces solas, “para las honras de Cervantes y dedicado a la Real Academia Española”. Fue el político y amigo de Barbieri Cándido Nocedal el que se ocupó siempre de la participación musical de Barbieri en estas honras fúnebres que se hicieron durante varios años: “Estoy como todos los años encargado de la música, o sea de entenderme contigo, que eres el elegido de la Academia [le dirá en una carta de este año]. La obra se movía en el más puro romanticismo, con un fuerte sentido homofónico y vertical, pero manejando con soltura los momentos polifónicos, lo que la enraíza con la vieja escuela española.


Al reputado crítico José María Esperanza y Sola le parece una joya[3]:


escrito para los funerales de Cervantes[4], se oyó en los del malogrado Rey D. Alfonso XII en la iglesia de San Francisco el Grande, sin que desmereciera al lado de las obras de Robledo, Lobo, Victoria, Tafalla y Eslava, glorias del arte patrio, que en tan triste ocasión se cantaron, dirigidos por el mismo Barbieri.


El propio Esperanza y Sola, en la crónica que escribe para La Ilustración Española y Americana (15 diciembre 1885), comentando la parte musical de las exequias reales celebradas en la madrileña basílica de San Francisco el Grande comenta:


El triunfo supremo del Arte, ha escrito un profundo pensador, es la mayor transparencia posible de la idea a través del signo más armonioso, ya sea ese signo piedra o madera, color o sonido... porque todo arte, como la palabra, necesita ser expresión de una idea. Tales palabras pueden, con sobrada justicia, aplicarse al Dies irae, a fabordón, del maestro Eslava, y al Libera me, de Barbieri, que con una Lección del Oficio de difuntos del señor Ovejero, melódica y correctamente escrita en el estilo moderno, completaron[5] la grave y sentida manifestación del arte patrio ante la tumba del Rey Alfonso XII. De esas composiciones puede decirse lo que respetable crítico escribía a propósito de las obras del gran Palestrina: con ellas han sabido sus autores despertar en los oyentes, grandes, profundas y vagas sensaciones, que parecían causadas por objetos de un mundo desconocido o por un poder superior a la humana imaginación...


En el mismo artículo y con referencia a la interpretación, el crítico destaca que:


el Sr. Barbieri ha respondido en un todo a lo que de él podían y debían esperar los amantes del Arte, tanto en la elección de la música y en su combinación con el severo canto llano, como en la dirección de ella, que ha estado a la altura de la reputación que goza con sobrada justicia.

En 1994 fue interpretada por el Coro Nacional de España; en tal ocasión Antonio Fernández–Cid escribió en ABC[6]:

Ni el motete Versa est in luctum, ni, menos, el responso Libera me Dómine, – ¡qué difícil conseguir relieve en algo con precedentes de ejemplos tan grandiosos! – pasan de ser las obras de un músico sólido, porque Barbieri lo fue magnífico, pero aquí no en su mundo creador, sin duda el madrileñista lírico.

A pesar de la opinión de Fernández–Cid, parece que esta obra, curiosa, por lo alejada, en efecto, del tipo de música cultivado habitualmente por el compositor madrileño, merecería ser revisada y quizá dada a conocer en nuestro tiempo. Barbieri, que tenía mucho interés en la música religiosa española del pasado y en la que era un erudito, bien pudo escribir siguiendo los estilos de nuestra antigua polifonía, con lo cual, y como viene siendo reconocido en nuestro tiempo cada día con más fuerza, podríamos estar ante una composición de buen nivel. J.P.M.



[1] Emilio Casares. Op. Cit. Vol. 1, pág. 472.
[2] Emilio Casares. Op. Cit. Vol. 1, pág. 320.
[3] José M. Esperanza y Sola. 30 años de crítica musical. Est. Tip. de la viuda e hijos de Tello. Madrid, 1906. Vol. II, pág. 118.
[4] Se refiere, evidentemente, a los celebrados entre los actos conmemorativos del aniversario de su muerte, no a los verdaderos funerales del escritor.
[5] En la ceremonia religiosa se escucharon, además, Invitatorio, de Melchor Robledo; Credo quod Redemptos, de Alonso Lobo; Misa de difuntos, de Tomás Luis de Victoria, Domine, ne in furore tuo, salmo de Andrés Lorente, y dos obras de Pedro Tafalla: Quiz Lazarum resucitasti y Requiescat.
[6] A. Fernández–Cid. “Polifonía románica española, por el Coro Nacional”, en ABC, 23–4–1994, pág. 97.

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