jueves, 6 de septiembre de 2018

Saverio Mercadante. Don Quijote de la Mancha (1841).


Con este título se dio a conocer en el Teatro de la Cruz, de Madrid, una ópera bufa en dos actos, que podría proceder de la ópera de Cádiz de1830, aunque desconocemos el nombre del libretista. Se estrenó el 15 de julio de 1841, teniendo como intérpretes a Joaquina Lombía (Quiteria), José Mirall (Don Quijote), Francisco Salas (Sancho Panza) y Manuel Ojeda (Basilio).

Emilio Cotarelo y Mori, uno de los historiadores de la zarzuela, que denomina la obra de Mercadante “ópera italiana bufa en dos actos” y la titula simplemente Don Quijote, escribe que “conocemos que esta ópera se ofreció en Madrid el 15 de julio de 1841 en el Teatro del Circo (¡) en el beneficio del tenor Manuel Ojeda y con [Francisco] Salas haciendo el papel de Sancho “con mucho gracejo”[1].

No es extraño que la obra se conociera en Madrid, pues Mercadante estuvo en nuestra ciudad en calidad de director de la ópera italiana en los teatros de la Cruz y del Príncipe, con la obligación de escribir para nuestros escenarios dos óperas nuevas. Esta parte del contrato no se llegó a cumplir; pero, como era de esperar, el notable músico, en las dos etapas de su permanencia en Madrid, llevó al cartel las óperas de su personal repertorio[2].

Sobre esta representación disponemos también, de un testimonio de la época transcrito por Pérez Capo:

En el número 16 de la Revista de teatros (18 de julio de 1841), se leen las siguientes líneas, firmadas por J.M.D. iniciales que corresponden al nombre y apellidos del notable literato José María Díaz:
Don Quijote de la Mancha. Esta partitura de Mercadante ha sido recibida con grande algazara de los espectadores. Don Quijote de la Mancha, es el laurel más brillante de la corona de Cervantes Saavedra, es una gloria nacional; no es extraña, por consiguiente, las grandes simpatías que excitó su presentación en la escena: aquellos aplausos fueron  consagrados a la memoria del valiente soldado de Lepanto.
La música nos pareció ligera y graciosa, si bien monótona en algunas piezas, y de grandes dimensiones musicales todo el poema. La abundancia de materiales, bien a pesar nuestro, no nos permite hacer un análisis muy detenido de esta composición representada en Italia con poca fortuna, y aquí recibida con alguna indiferencia.
La ejecución ha sido esmerada; la señora Lombía arrancó justos y merecidos aplausos, merced al donaire con que cantó; el señor Mirals agradó sobremanera en el papel de Don Quijote, si bien no pudo representar con la verdad necesaria el carácter del caballero de la Mancha; culpa no es esto del señor Mirals, sino del poeta italiano, que en su pésimo libreto ha contrahecho la admirable creación del Príncipe de los escritores españoles; el señor Salas estuvo perfectamente en el papel de Sancho Panza.


[1] E. Cotarelo. Historia de la Zarzuela o sea el Drama lírico en España. Desde su origen a fines del siglo XIX. ICCMU. Col. Retornos. Madrid, 2000, págos estancias . 184.
[2] Espinós,  Op. Cit., pág. 91. Quizá resulte excesiva esta apreciación, pues las estancias del compositor italiano en Madrid, se produjeron entre los años  1826 y 1831.

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