Incluimos
en esta entrada una serie de obras de las que hemos tenido referencia y que son
calificadas como zarzuelas. A ellas añadimos alguna otra con distinta
calificación pero que, a nuestro juicio, serían asimilables.
1617 – Los invencibles hechos de Don Quijote de la Mancha.
Quizá extrañe la presencia en estas páginas de esta obra cuya
existencia hemos conocido a través del libreo de Emilio Cotarelo sobre
entremeses y otros tipo de teatro en los siglos XVI–XVIII[1]. Se trata del Entremés famoso de Los invencibles hechos de
Don Quijote de La Mancha,
atribuido a Francisco de Ávila, “natural de Madrid”, dice Cotarelo, que lo
encontró en la “Octava parte de las Comedias
de Lope de Vega, Barcelona, 1617”.
Como es sabido, muchos entremeses requerían la presencia de
músicos que, cuando menos, intervenían para cerrar la breve representación, en
la que no faltaban los bailes. Es decir, había música. No sabemos si esta
música estaba compuesta expresamente para cada ocasión, o si se utilizaban
melodías conocidas a las que se superponía el texto que correspondiera. De
cualquier modo, esta presencia de músicos y bailarines, bien podría justificar
que reseñemos esta pequeña obra, en la que intervienen los siguientes personajes:
Un Ventero; su Mujer; Don Quijote de La Mancha; Sancho Panza, su escudero; un Arriero,
Marina, moza del ventero, dos Músicos, y ocho Pícaros.
La historia que se cuenta es ésta: El Ventero y su mujer comentan
la situación de la venta cuando aparecen Don Quijote y Sancho. Van charlando.
Don Quijote cree castillo lo que para Sancho sólo es venta. Don Quijote anuncia
al Ventero su intención de rescatar a la encantada Dulcinea, pero el posadero
le comenta que antes ha de ser armado caballero. Sancho advierte la intención
de burla del posadero, aunque nada puede hacer. El Ventero se retira en busca
de las armas y para avisar a Dulcinea de la intención del Caballero; Sancho
aprovecha para recordar que están sin comer. Regresa el Ventero con simuladas
armas de esparto, a pesar de lo cual Don Quijote decide velarlas esa misma
noche.
Dentro se escucha al Arriero que, al salir, tropieza con las armas
de Don Quijote, lo cual le enfurece. Don Quijote ataca, pero el Arriero
consigue desarmarle y golpearle. Sancho levanta del suelo a su maltrecho amo y,
al poco, aparece el Ventero que concluye la ceremonia caballeresca y anuncia la
aparición de Dulcinea. Don Quijote la saluda muy digna y cortésmente; la mujer
corresponde, respetuosa y elegante, presentándole a toda su “corte”. Todos se
regocijan de la escena y los músicos ponen fin al entremés cantando:
Dulcinea y Don Quijote
A aquesta venta llegaron
Don Quijote y Sancho
Panza,
y por su buena crianza,
todo el mundo
conquistaron;
y tanto se señalaron,
que no les quedó bigote.
Dulcinea y Don Quijote
son dos reyes de
almodrote.
Como puede advertirse por el resumen que acabamos de incluir, no
se narran hechos invencibles de las andanzas de Don Quijote, sino que la
historia se reduce a su presencia en la venta, y, además, sin seguir
rigurosamente el original cervantino. Además, está clara la intención de
presentar a un personaje extravagante y risible, pues cuando aparece el
caballero, el texto indica: “salen a lo pícaro Don Quijote de La Mancha y
Sancho Panza, su escudero, lo más ridículo que ser pudiere, y “Don Quijote
salga con una lancilla y morrión[3] de papel”. Igualmente,
está destacada la presencia de la música cuando quien entra es Dulcinea:
“toquen atabillos, y salen los músicos delante, y detrás dellos cuatro pícaros
de figurillas, y otros cuatro con un palio hecho de una manta vieja, debajo de
Marina, la moza del ventero, vestida a lo ridículo”.
1637 - Don Quijote.
En 1637 se celebraron en el Buen Retiro, de
Madrid, varios festejos para celebrar la elección de rey de los romanos de
Fernando III, primo de nuestro Felipe IV, que gustaba mucho de estos
espectáculos en los que solía participar la nobleza. En una de las mojigangas,
en las que no faltaba la música aunque desconozcamos quien pudo escribirla, se
hizo aparecer al héroe cervantino:
“El Sábado fue la Reina a Nuestra Señora de Atocha y se previno una
mojiganga de los Secretarios y Ministros de Estado, Hacienda, Indias y Cámara,
que alegró mucho el domingo con la graciosa variedad de trajes, invenciones,
carros, motes y letras en que salieron más de 300 personas. Lunes corrieron
gala los señores y caballeros, y jugaron alcancías y corrieron dos toros, y a
la noche se representó la comedia de Don
Quijote, con lindos bailes y entremeses”[4].
1787-1789 - Las bodas de Camacho y algunos pasajes…
En la entrada “Ballet d’action” del Diccionario de la
Música Española e Hispanoamericana redactada por Xoán M.
Carreira, figura una relación de ballets representados en el Teatro de los
Caños del Peral entre los años 1787 y 1799. Entre estas obras figura una de
titulo tan largo como explícito: Las
bodas de Camacho y algunos pasajes del valiente Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza.
Se ofreció el 10 de agosto de 1789, con coreografía de Domenico Rossi, bailarín
de origen italiano director de la compañía de bailes y del propio teatro en
esos años.
1776 – Las bodas de Camacho.
Zarzuela en dos actos escrita por Antonio Valladares y Sotomayor,
representada en Madrid en 1776. Capó ignora el autor de la música.
1861 - Una escena de Cervantes.
Una referencia sobre esta obra procede de Iglesias de Souza; según
ella, se trata de una zarzuela escrita por Roque Barcia (Sevilla, 1823–1885).
Otra información la hemos encontrado en Historia
de la Zarzuela,
de Emilio Cotarelo[5], en su recuerdo de los
sucesos zarzueleros de 1861. Dice así:
“En Valencia seguían la
Albini, la
Bagüez y la
Olaso, y los señores Alba, Sanz, Mora, Larrea y Jover, todos
pocos conocidos. Esta modesta compañía hizo, sin embargo, una cosa digna de
servir de ejemplo. El 9 de octubre, para conmemorar el nacimiento de Cervantes[6], estrenó un apropósito,
letra de don Roque Barcia, titulado Una
escena de Cervantes”.
Nada hemos podido averiguar sobre quien pudo ser el músico.
1868 – Aventuras de Don Quijote de La Mancha.
Los únicos
datos de que disponemos sobre esta obra indican que se trata de una pieza
lírica en un acto, escrita por F. Utrera, con música de autor desconocido y que
se dio a conocer el 31 de enero de 1868.
1879 - El manco de Lepanto.
La única referencia a esta obra procede de Sedó, quien se limita a indicarnos que es una zarzuela en un acto y en verso, representada en La Habana en 1879. ¿Podría ser la de Rafael Aceves, que había sido estrenada en 1867 en el Teatro del Circo madrileño?
Refer: Sedó, III, 5.
1905 – Las bodas de Camacho el Rico.
La única
referencia sobre esta obra la hemos encontrado en el libro de Iglesias de
Souza, según el cual se trata de una obra lírica, sin más información, escrita
por Antonio L. Monteo y Ramiro Blanco. Iglesias apunta que no fue puesta en
música y que data de 1905; probablemente se escribió al amparo de las
celebraciones del III Centenario.
Quizá se
trate de la misma obra que, con idéntico título, registra Pérez Capo. Para este
autor, es una “comedia de espectáculo con canto y baile, en un acto y tres
cuadros, de Pedro Novo y Ramiro Blanco.” También se escribió en 1905.
1913 - El curioso impertinente.
Gracias a
Pérez Capo sabemos de la existencia de esta zarzuela en un acto, con texto de
J. Zaldívar. “Se ignora de quien es la música, si es que llegó a escribirse”,
apunta Pérez Capo, que toma la referencia en el “Catálogo de la Sociedad de Autores”,
Madrid, 1913.
Adelaida.
Título de una obra lírica española de la que no tenemos constancia de que
fuera musicalizada. Su autor literario, Guillermo Fernández-Shaw, la calificó
como “sueño de opereta en dos actos, con un prólogo y un epílogo”. Está
inspirada por el capítulo del Quijote que
narra la toma de posesión de Sancho como gobernador de Barataria.
Adela, nombre de la protagonista, lee este capítulo de la novela y queda
dormida. Durante el sueño imagina que es llevada al reino de Felicia, donde
será Reina con el nombre de Adelaida, por ser la mujer más bella del mundo. En
aquel lugar tendrá que vencer la oposición de Zoraida, aspirante local al
trono, que capitanea una revolución de las mujeres. Adelaida es ayudada en todo
momento por Fernando, embajador de Felicia que se enamora de ella. A pesar de
salir bien de algunas pruebas (un discurso ante el pueblo, presidir un consejo
de ministros e impartir justicia en el salón del trono), decide abandonar
Felicia. Fernando irá con ella. Al despertar, en su casa de Madrid, Adela ve
frente a ella no el rostro de Fernando, sino el de unos amigos que han venido a
invitarla al cine para ver una película titulada Sueños locos.
La obra termina con la presentación de la “llanura infinita de los campos
manchegos al atardecer”, y un coro de mozos y mozas que cantan “a los sueños
locos que hicieron a España grande”.
En el archivo Fernández–Shaw conservado en la Fundación Juan March, se
conserva el esquema argumental de esta ambiciosa obra inspirada en la novela
cervantina, para la que se previeron nada menos que diecisiete números
musicales, incluyendo, además de los fragmentos habituales (romanzas, dúos y
coros), un número bailable y un desfile de modas.
Don Quijote de la Mancha.
Zarzuela escrita por Joaquín Perramont y
Manuel Juvanent Oms. Desconocemos quien pudo escribir la música.
Don Quijote 41.
La única
referencia que hemos encontrado sobre esta obra, es que se trata de una
zarzuela en tres actos, con libreto de Fernando del Pozo y Paluchi, de
compositor desconocido. A pesar del título, no tenemos certeza de que trate
sobre la novela cervantina.
El país de los Quijotes.
No estamos
seguros de que esta obra pertenezca a nuestro tema, pues el simple hecho de su
título no es razón suficiente, pero tampoco sería demasiado grave la
equivocación. Los únicos datos de que disponemos los debemos a Iglesias de
Souza, para quien es una revista en un acto escrita por Luis Constante Moya. Se
desconoce el autor de la música.
[1] Emilio Cotarelo y Mori, Emilio. Colección de Entremeses, Loas, Bailes,
Jácaras y Mojigangas desde fines del siglo XVI a mediados del XVIII. Ordenado por… 2 vols. Casa Editorial
Bailly/Bailliére. Madrid, 1911.
[3] RAE.
“Morrión: Armadura de la parte superior de la cabeza, hecha en forma
de casco, y que en lo alto suele tener un plumaje o adorno.”
[4] Catalina Buezo. El Carnaval
y otras procesiones burlescas del viejo Madrid. Editorial Avapiés, Madrid,
1995, pág. 35.
[5] E. Cotarelo. Historia de la Zarzuela o sea el Drama lírico en
España. Desde su origen a fines del siglo XIX. ICCMU. Col. Retornos. Madrid, 2000, pág. 774.
[6] Cotarelo quiso referirse, sin duda, al bautizo.
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