domingo, 29 de enero de 2017

Eduardo Martínez Torner. Cuatro danzas de Cervantes






Musicólogo, folclorista y compositor español (Oviedo, 1888–Londres, 1955). Realizó grandes trabajos de recopilación, estudio, análisis y edición de músicas populares desde el Centro de Estudios Históricos que dirigía Menéndez Pidal. No estaba de acuerdo en la forma en que el folclore se usaba en las zarzuelas, y, quizá para demostrar cuál era su punto de vista escribió La promesa, obra de este género que no ha permanecido. Publicó varios libros sobre folclore: Cancionero musical asturiano, Cuarenta canciones españolas, Colección de vihuelistas españoles, La canción tradicional española…

Martínez Torner, escribió la obra que Cuatro danzas españolas de la época de Cervantes, en 1947, con motivo del Cuarto Centenario del nacimiento del novelista. Se trata de una "transcripción y arreglo para piano de textos originales", dedicada a Carlos Prieto y estrenada en Londres por la pianista uruguaya Mercedes Olivera. La obra se basa en la Instrucción de música sobre la guitarra española, de Gaspar Sanz, publicada en Zaragoza en 1674.

La edición lleva un prefacio introductorio en el que el autor justifica la composición: "He formado estas danzas mediante transcripción directa de textos en cifra que constan en diversos libros de guitarra del Siglo XVII. Acaso parezcan demasiado modernas para aquel tiempo algunas de sus armonías y modulaciones, pero todas ellas se hallan de manera expresa en los textos originales, respetados aquí en este aspecto con todo rigor. No es ésta la primera vez que la música española ofrece ese carácter de anticipación en los procedimientos armónicos, pues fue reconocido esto mismo por la crítica respecto de las obras de los vihuelistas del siglo XVI".

Cada una de las cuatro danzas está precedida por un texto literario de acuerdo con esta correspondencia:

1 – Zarabanda.
“Pues qué diré de lo que ellas sintieron cuando le olleron tocar el pésame dello y acabar con el endemoniado son de la Zarabanda.”(Cervantes: El celoso extremeño).
2 – Marizápalos.
“Marizápalos, vente conmigo al verde sotillo de Vaciamadrid, que con sólo pisarle tu planta no ha de haber más Flandes que el ver su país.” (Letra en el Baile de Marizápalos, entremés anónimo del Siglo XVII)
3 - Villano.
“Escarramán. - Vaya el villano a lo burdo con la cebolla y el pan y acompáñenme los tres.” (Cervantes: El rufián viudo)
4 – Canario.
“Escarramán. – El canario, si le tocan, a solas quiero bailar.
Músico. – Tocarele yo de plata, tú de oro le bailarás.” (Cervantes: El rufián viudo).


La música de esta obra nos resulta conocida pues figura en repertorios, discográficos y en concierto, de guitarra y vihuela. La “Zarabanda” evidencia una escritura clavecinista; “Marizápalos” contrasta con su carácter cantable y lento; el “Villano” se muestra sosegado y no exento de elegancia, “Canario”, el cuarto de los movimientos, es música alegre y saltarina.



 

sábado, 21 de enero de 2017

Manuel Fernández Caballero. El loco de la guardilla.


Manuel Fernández Caballero (Murcia, 1835 – Madrid, 1906), fue uno de los importantes compositores de zarzuela de mediados del siglo XIX, que después de unos primeros contactos con la música en su ciudad natal, se formó en el Conservatorio madrileño con Hilarión Eslava y Pedro Albéniz. Como director de orquesta realizó varias giras por España, Portugal e Hispanoamérica, especialmente Cuba, y como compositor escribió páginas tan queridas y conocidas como El cabo primero, La viejecita, Châteaux Margaux, Gigantes y Cabezudos, Los sobrinos del Capitán Grant o El dúo de la Africana.
Manuel Fernández Caballero

El loco de la guardilla. Paso que pasó en el siglo XVII, en un acto y en verso. Texto de Narciso Serra. Estreno: Teatro de la Zarzuela el día 9 de octubre de 1861. Su acción se desarrolla en Madrid, en 1605.

Sinopsis. Magdalena está muy preocupada porque cree enfermo a su hermano Miguel, que se pasa el día encerrado en un cuarto sin dejar de reír. Un Clérigo y un Doctor, que van a visitarle, terminan acompañándole en sus carcajadas incontroladas. La razón es que Miguel está escribiendo un libro, la historia de Don Quijote, y todos los que la leen ríen a mandíbula batiente. Alertado por el temor de los vecinos, que creen loco a Miguel, acude un Familiar del Santo Oficio que vaticina a Miguel el éxito y la fama futuras por su novela. El Familiar es Lope de Vega.

Personajes e intérpretes del estreno. Magdalena, beata y hermana de Miguel[1] (Dolores Fernández).
Miguel, hidalgo de cincuenta y un años (Tirso de Obregón). Familiar del Santo Oficio (Ramón Cubero). Josef, sacristán de monjas, enamorado de Magdalena (Vicente Caltañazor). Un Clérigo (Francisco Calvet). Un Doctor (Francisco Arderíus).

Números musicales. Dúo de Josef y Magdalena (“Tras de callar dos años”). Coro de Vecinos. Coro, Magdalena, Josef (“Vecina, vecina, ¿qué ocurre, qué pasa?”). Lope y coro (“¡Qué bueno va!”). Final. Coro, Magdalena, Miguel (“Gracioso está”).

Argumento. Buhardilla humildemente amueblada al estilo del siglo XVII. Magdalena se queja de la llegada de su hermano desde Valladolid porque agravará su ya precaria situación económica.

Entra Josef con un canasto lleno de albas para que Magdalena las planche (así se gana la vida). En la cesta vienen también una vasija con chocolate y unos bollos que el sacristán ha sustraído para que Magdalena pueda cumplimentar a las visitas que va a tener: el Clérigo y el Médico. En realidad, Josef pretende ganarse el cariño de Magdalena por la que siente un interés especial. Unas palabras amables de Magdalena recompensan al enamorado sacristán que termina declarándose [Dúo de Josef y Magdalena[2]] y confesando que por orden de las monjas a las que sirve debería casarse.

En la habitación de al lado se escucha una carcajada; Magdalena confiesa estar preocupada. Josef anima a Magdalena a que se prepara para recibir a los visitantes que no tardarán. Al quedar sólo, sigue lamentando su situación amorosa.

Llegan el Clérigo y el Doctor y son agasajados por Magdalena que confiesa el motivo de haberles llamado: su hermano está enfermo … de risa. Magdalena resume la situación: su hermano, que estuvo preso en Sevilla años ha, ha llegado desde Valladolid y se ha quedado a vivir con ella. Desde entonces no hace más que reír y reír. Los vecinos le consideran loco y le llaman “El loco de la guardilla”.

El Clérigo y el Doctor indagan detalles sobre el enfermo y deciden entrar al cuarto para verle. Entra primero el Clérigo y, al poco, se le escucha reír junto a Miguel. Al oírlo, Magdalena piensa que el cura puede haberse contagiado, a lo que el Doctor responde que pudiera ser. Entra el médico; y, de pronto, se le escucha reír junto a Miguel y el Clérigo, lo que provoca temor en Magdalena,  Josef y hasta en los vecinos [Coro de vecinos]. Magdalena y Josef, temerosos, se confiesan enamorados. Los vecinos, curiosos, entra para ver qué ocurre y también terminan a carcajadas.
 
Portada del libreto
El escándalo ha provocado la llegada de un Familiar del Santo Oficio que es puesto al día por Magdalena [Lope y coro].

Sale Miguel que, reconociendo al Familiar, le saluda cortésmente y se explica: siendo ya pobre y viejo, decidió escribir un libro y, al hacerlo, no puede evitar la risa. Cuando entraron el Clérigo y el Doctor, les leyó un capítulo y estos también empezaron a reír. Miguel entrega unas cuartillas al Familiar que empieza a leer. Mientras lo hace, Miguel cuenta cómo conoció al Familiar: paseando por la puerta segoviana, llegó al cementerio y vio un hombre y una mujer junto a un cadáver. El hombre, sepulturero, se negaba a enterrar al difunto si la mujer no pagaba. Apareció un cura y, sin mediar palabra, se despojó de la sotana y cavó una fosa y enterró al muerto. Incrédulo, siguió al cura y contempló que todo el mundo le saludaba con cariño, incluso el Duque de Sesa y el mismo Rey. Y averiguó que era Fray Félix Lope de Vega.

Miguel agradece a Lope su presencia y éste pregunta, a su vez, quién es. Al saberlo, Lope elogia y vaticina que su Don Quijote de la Mancha le dará fama en el futuro. Lope estrecha la mano de Miguel, se declara su amigo y le promete ayudarle en lo que necesite.

jueves, 12 de enero de 2017

Antonio José. El mozo de mulas



Compositor español (Burgos, 1902–1936). Inició su formación con el organista José María Beobide en su ciudad natal y la completó en Madrid  con Conrado del Campo, a pesar de que cuando llegó a la capital española ya había escrito más de setenta obras. Pasó dos años en París como estudiante y vivió prácticamente en Burgos, ciudad en cuyo ambiente musical ejerció una gran influencia, potenciando el Orfeón Burgalés, al que convirtió en uno de los mejores coros de España. Se interesó especialmente por el folclore; su recopilación de canciones burgalesas le proporcionó, en 1932, el Premio Nacional de Música. Escribió muchas obras para coro, entre las que se destacan el Himno a Castilla. En el terreno instrumental merece recordarse la Sonata gallega, para piano, de 1926, la Sonata para guitarra, de 1933 y la Sinfonía castellana, escrita diez años antes.


Antonio José Martínez Palacios (1902-1936)

Ópera en tres actos[1]. Texto de Manuel Fernández Núñez y Lope Mateo. Inédita.

 Personajes. Doña Clara (soprano). Una Dueña. La Chacona (contralto). María–Blanca. la Zarabanda. La Zambapalos. la Panadería., la Seguidilla.
Don Luis, mozo de mulas (tenor). Don Álvaro, padre de don Luis (bajo). El Oidor, padre de doña Clara (bajo). El Ventero. El Alcalde (barítono). Antón Pintado (barítono). El Escarramán. El Gorrón. Perico el de Consuegra y el Caballero.
Intervienen sin hablar, Don Quijote, Sancho Panza, el Cura, el Barbero, el Cautivo, don Fernando, Dorotea, Zoraida, Luscinda y Cardenio.

Números musicales. En el primer acto, tras la obertura y antes de que se alce el telón, se escucha una voz dentro acompañada por una rondalla. Siguen cuatro escenas en las que se encuentran una romanza a cargo de Don Luis (“Ya se alejó la ronda”), un dúo entre Doña Clara y Don Luis (“¿Sois, vos, Don Luis?”), y dos escenas de conjunto; la primera (“Cerrad ya la celosía”) interpretada por La Dueña, un Pícaro, Doña Clara y Don Luis y, la segunda, que cierra el acto (“Alto a la ronda”), a cargo de “todos menos la Dueña”; según indica la partitura.

miércoles, 4 de enero de 2017

Óscar Esplá. Don Quijote velando las armas.



Compositor español (Alicante (1886–Madrid, 1976). Inició estudios musicales siendo un niño y, aunque por deseo de su padre estudió ingeniería y filosofía, en 1911, al obtener un premio en Viena por su Suite levantina, decidió dedicarse profesionalmente a la música. Para completar su formación estudió en Alemania, con Max Reger y en París, con Saint-Saens. En 1930 obtuvo una cátedra en el Conservatorio madrileño del que sería nombrado director en 1936. A causa de la guerra tuvo que salir de España a la que no regresó hasta 1951. A partir de esa fecha se reintegró a la vida musical madrileña, no sin dificultades. Fue miembro del Consejo Internacional de Música de la Unesco y en 1959 se le concedió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.

Óscar Esplá

Entre las obras españolas inspiradas por el Quijote, la de Oscar Esplá está considerada como una de las más importantes. Se trata de un poema sinfónico, forma musical poco practicada por nuestros compositores, escrito, a sugerencia de Falla para la plantilla y las posibilidades de la Orquesta Bética de Sevilla, ampliado, más tarde, para una formación sinfónica. De la primera de las versiones escribe Antonio Iglesias[1] que fue compuesta en 1924, en Madrid, en la calle Columela, número 8,  la casa de su padre, pero debió ser antes, pues una carta de Ernesto Halffter, que la estrenó con la Orquesta Bética, en el Monumental Salón Moderno de Alicante, el 19 de diciembre de 1924,  tiene fecha del 5 de enero de ese mismo año y está redactada en pasado[2]. La versión sinfónica fue estrenada en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid , por la Orquesta Sinfónica, dirigida por Fernández Arbós, el 29 de marzo de 1927, según consta en el libro de la historia de la orquesta y en la biografía de Arbós redactada por Víctor Espinós. Los años de 1926, dados por Fernández–Cid y Antonio Iglesias, debemos considerarlos equivocados. La obra dura unos 18 minutos, requiere una amplia orquesta que llega casi al centenar de músicos, con amplia percusión, y que fue dedicada a José Ortega y Gasset, cuyas Meditaciones del Quijote, influyeron de manera definitiva sobre el compositor alicantino para componer su obra.

Antonio Fernández-Cid, en las notas a la grabación discográfica realizada por la Orquesta Nacional de España y dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos, ofrece interesantes informaciones sobre esta composición.

"En la portada de la partitura del Quijote puede leerse: "Meditaciones y esperanzas de Don Quijote velando las armas durante la noche (Aventuras, fantasías y paisajes)”. Y es el propio autor quien advierte que ninguna otra indicación literaria debe figurar en los programas. Lo que no impide que la obra se base en circunstancias quijotescas, no difíciles de reconocer a través del musical discurso: tales, como la serena evocación de una bella noche manchega, colmada por canciones que surgen desde todos los puntos y entre las que destaca, a modo de llamada, el tema caballeresco; las imaginaciones del protagonista, que sueña con luchas, triunfos, amores, glorias; su exaltación belicosa, con la calma renacida, próxima la aurora; la salida del caballero hacia lo desconocido, con el eco lejano de los acordes caballerescos y un final interrogante, como de expectación.
La realidad es que la obra, en todo caso, no quiere atenerse a un propósito descriptivo, sino que, por el contrario, su finalidad es evocadora. Importan el clima, la atmósfera, más que el detalle. No hay un programa rígido, sino un deseo de que el contenido responda al título y el propio destinatario, el oyente, se vea inmerso en el espíritu del genial loco, de sus afanes ".